15 de septiembre de 2006
La justicia no va al grito
Roberto Fuentes Vivar
Esta noche se celebra el tradicional “grito” y ahora que finalmente se ha despejado la incógnita de quién dará el grito en el zócalo, todos los mexicanos tenemos muchos motivos para gritar.
El PRD, Andrés Manuel López Obrador y, sobre todo, Alejandro Encinas darán por primer vez en la historia el grito en el zócalo, por lo que será un grito de júbilo, aunque con algo de desesperanza.
Felipe Calderón dará un grito de alegría, por haber logrado la declaración de presidente electo, a pesar de todos los pesares.
El presidente Vicente Fox dará un grito de preocupación y de coraje, porque no lo dejaron gritar en el zócalo.
Su esposa Martha Sahagún dará un grito de preocupación porque no sabe que va a pasar con sus hijos de continuar las investigaciones en contra de los hermanos Bribiesca.
El gobierno federal, en general, dará un grito de alarma por las declaraciones del embajador estadunidense, Tony Garza, en el sentido de que, por la violencia, las relaciones con México se encuentran en peligro.
Los desempleados darán un grito de angustia, como aquellos gritos de angustia del hombre que se taponan con cuentos, según decía Rafael Alberti.
Los periodistas daremos un grito de coraje, porque la presidencia de la República no sólo se inmiscuye en las elecciones, sino que ahora quiere fungir como jefe de redacción y decide lo que no debe difundirse, concretamente las grabaciones de Kamel Nacif.
La Cámara de Diputados dará un grito de auxilio, pues a menos de 15 días de haberse instalado cuenta ya con dos escándalos en su haber: la forma ilegal en la que se repartieron el pastel del poder entre el PRI y el PAN y la manera en que fue destapada la forma de legislar a favor de intereses privados del actual presidente de la Junta de Coordinación Política, Emilio Gamboa Patrón.
Los magistrados del Tribunal Federal Electoral darán un grito de hipocresía porque seguramente se sienten ya con el deber cumplido y hasta quieren irse de vacaciones.
Los funcionarios del gabinete actual darán un grito de desesperación porque ya les quedan menos de 100 días trabajo y el famoso año de Hidalgo no llega como quisieran.
Los mexicanos, todos, daremos el verdadero grito de Dolores porque, a pesar de lo que diga el Banco de México, los precios siguen subiendo y los salarios no.
La única que no dará el grito es la justicia. Se ha quedado muda. Como dice el filósofo del metro, la calle de licenciado Verdad no llega al Palacio Nacional, sólo la de Moneda.
Comentario leído en Radio Educación el 15 de septiembre de 2006
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