El filósofo del metro dice:
Hipotecar es la moda,
total, el de atrás paga
Los bonos educativos entre
privatización y endeudamiento
Roberto Fuentes Vivar*
Esta mañana el secretario de Educación Pública
(SEP), Aurelio Nuño Mayer, dio el campanazo de salida para la colocación en la
Bolsa Mexicana de Valores de los Certificados de Infraestructura Educativa
Nacional.
En esta primera emisión se vendieron bonos por ocho mil
581 millones de pesos, que fueron adquiridos por 23 instituciones financieras.
En la ceremonia en las oficinas del centro bursátil, Nuño dijo que a través de
este mecanismo se obtendrán para los próximos tres años 50 mil millones de
pesos para mejorar la infraestructura de 33 mil escuelas y aseguró que será el
programa más transparente del gobierno federal
Ahí el subsecretario de Hacienda, Fernando Aportela,
dijo que en la estructura financiera de los certificados no se utilizan
recursos financieros públicos adicionales que presionen a las finanzas
públicas. En síntesis Hacienda y la SEP aseguran que no se trata de deuda.
Es cierto que el dinero que gaste el sector público
no pasará a formar parte del rubro de deuda, pero se trata de un endeudamiento
adicional en beneficio de los especuladores bursátiles.
¿Cómo funcionan estos bonos? En principio salen a la
venta como sucedió hoy, los adquieren los bancos, casas de bolsa e
instituciones financieras o lo que comúnmente se llama inversionistas
institucionales, quienes se convierten en poseedores de un papel en el cual se
indica que el gobierno les debe determinada cantidad más los intereses que
generen. Tarde o temprano el gobierno deberá pagar la cantidad que obtuvo y los
intereses y, desde luego, con dinero público de todos los mexicanos.
De acuerdo con la calificadora Fitch, que dio a
estos bonos su máxima calificación, la idea de estos dertificados que serán
emitidos hasta por 50 mil millones de pesos es “potenciar los recursos del
Fondo de Aportaciones Múltiples”, que forma parte del Presupuesto de Egresos de
la Federación.
Según se explica tanto en los documentos de la
Secretaría de Educación Pública, como en los argumentos para otorgar a los
bonos la máxima calificación, el dinero se destinará a las entidades
federativas con un programa específico de inversión en escuelas.
Los estados que accedan de manera voluntaria a dicho
mecanismo, podrán obtener de manera anticipada más recursos, a cambio de afectar
y comprometer por 25 años los recursos actuales y futuros que les correspondan
con cargo al fondo de aportaciones múltiples o al de cualquier otro fondo o
aportación equivalente que lo sustituya y/o complemente.
Es decir que un estado recibe una cantidad, por
ejemplo para reconstruir una escuela y este dinero –con los intereses que genere
para el pago a los inversionistas- se les descontará de un fondo que ya estaba
adscrito para ese fin. Es decir igual que ahora, pero con la diferencia de que
el dinero se entregará de forma inmediata.
Para toda la operación de estos bonos se constituyó un fideicomiso irrevocable de
administración y emisión (FE), cuyo fiduciario es Banco Invex. Esto, junto con
una serie de especificaciones técnicas que sólo entienden algunos economistas,
es lo que se vendió hoy en la Bolsa Mexicana de valores.
Pero en concreto ¿Qué significa la emisión de estos
bonos? Concretamente dos cosas. Uno, que se trata de un aumento de deuda, pues
al dinero que ya existía para infraestructura educativa se le tienen que
agregar los intereses que el gobierno deberá pagar.
Dos, que es una forma de privatizar las obras en las
escuelas públicas, pues finalmente será la iniciativa privada y concretamente
los especuladores financieros, los que se beneficiarán. Probablemente también
exista un beneficio para las constructoras que podrán tener liquidez.
La gran pregunta es ¿qué pasará mañana o pasado
mañana cuando el gobierno tenga que hacer frente al capital y los intereses de
estos bonos? ¿Se hipotecarán las escuelas públicas? Como dice el filósofo del
metro: la moda es hipotecar al fin y al cabo el de atrás paga.
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