El filósofo del metro dice:

La inflación no es mal
económico sino social

Los aumentos de precios
van contra los más pobres

Roberto Fuentes Vivar*

Lamentablemente, los mexicanos iniciamos el año con una de las mayores crudas de la historia contemporánea. Todos los días se anuncian o se comprueban nuevos aumentos de precios en productos básicos y de consumo generalizado.

Primero fue el gasolinazo, luego el tortillazo, el gasazo y ahora el huevazo, pues de acuerdo con Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) el huevo se ha encarecido entre tres y cuatro pesos por kilo en las tiendas de abarrotes y misceláneas, al venderse actualmente entre 30 y 35 pesos, contra 28 y 30 pesos el kilogramo respectivamente.

Hay otros aumentos que no afectan a toda la población, pero sí a personas como yo, fumador empedernido, pues los cigarros aumentaron de golpe dos pesos en casi todas sus presentaciones, lo que significa un alza de entre cuatro y 10 por ciento y desde días antes habían comenzado a esconderse para que los comerciantes aprovecharan por dos o tres días los dos pesos adicionales en cada cajetilla.

Pero vayamos por partes. El alza que más afecta a la población es la de la tortilla. En este sentido, el primer día del año, la Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas informó que ante el incremento en los insumos que utilizan para la producción, como gas, energía eléctrica y maíz, prevé aumentar el precio de la tortilla de 1.50 a tres pesos por kilogramo.

El efecto fue inmediato. Aun cuando se trataba de un aviso, de repente comenzó a escasear la tortilla. Personalmente vi que en una tienda de autoservicio había una larga cola para adquirir tortillas en el interior del establecimiento. Además, las tortillas preempacadas habían desaparecido de los anaqueles.

Es decir que ya se trata de un hecho consumado, pues en donde podían comprarse hasta hace una semana kilos de 12 pesos, ya se cotizan en 15 pesos. Desgraciadamente, el aumento en el precio de la tortilla solo beneficia –o por lo menos estimula- a los productores de ese alimento y a los comercializadores de maíz.

En este sentido, la mayor parte de los productores de maíz de toda la República Mexicana dijeron que el aumento es injustificado, sino que los industriales, los molineros y los tortilleros le “están jugando chueco” a la sociedad, ya que están importando maíz amarillo para elaborar tortilla aunque ello no esté permitido por legislación actual. Mientras tanto, ellos, los campesinos, venden el maíz en un rango de entre 3 y 3.80 pesos el kilogramo y las autoridades les han impedido aumentar el precio.

Como puede verse, por lo menos en el caso de la tortilla, el aumento perjudica a los mexicanos más desfavorecidos, es decir a la mayor parte de la sociedad que consume tortilla sin que se le aumenten el salario y a los campesinos que no les llegan los supuestos beneficios de este aumento.

Pero quizá esta escalada inflacionaria sirva para hacer tres reflexiones:

La primera es que por las reformas estructurales, el sistema comercial en México está encaminado a eternizar la pobreza porque los aumentos de precios perjudican a toda la sociedad y los beneficios son solo para unos cuantos, generalmente los especuladores.

Un segundo punto es que la medición del Índice Nacional de Precios al Consumidor está cada vez más lejos de medir la inflación, pues quién va a creer que durante el año pasado fue de sólo siete por ciento,

Un tercer punto es que se demuestra el fracaso de la reforma energética, ya que la mayoría de los aumentos de precios se deben precisamente al encarecimiento de la gasolina, el gas y la luz eléctrica, cuando hace unos años nos prometieron que estas tarifas iban a descender.

Cada principio de año es bueno para la reflexión. Ojalá los Reyes Magos inviten a las autoridades a reflexionar sobre las fallas de las reformas estructurales, por el bien de la sociedad. Dice el filósofo del metro: la inflación no es un fenómeno económico, sino social.

*Comentario para Radio Educación/ 5 de enero de 2018