El filósofo del metro dice;
Lo barato (para el exterior),
sale caro (en el interior)
México, potencia alimentaria,
según EPN; sube la agflación
Roberto Fuentes Vivar*
Si se analizan las primeras planas de los diarios de
hoy, hay dos noticias que llaman la atención y que, de alguna manera están
relacionadas. Una es que se disparó la inflación cuando nos habían prometido
que ya iba a comenzar a descender.
La otra es la declaración de Enrique Peña Nieto en
el sentido de que ya somos una potencia agroalimentaria, porque enviamos
productos alimenticios a todo el mundo y esto nos convierte en una nación con
un futuro prometedor en el campo.
En cuanto a la primera noticia, la de la inflación,
hay que señalar concretamente que el Índice Nacional de Precios al Consumidor
registró en noviembre un alza de 1.03 por ciento, que en términos anualizados
significa una inflación de 6.63 por ciento. Desde luego la cifra resulta muy
por encima de la que estimaban todos los analistas oficiales y no oficiales.
En términos muy llanos y directos, la inflación es
del doble de la que teníamos hace un año, lo que significa un fuerte golpe para
el gobernador saliente del Banco de México, Agustín Carstens y para su sucesor,
Alejandro Díaz de León.
Pero sobre todo significa un golpe para el bolsillo
de todos los mexicanos. De acuerdo con el INEGI el crecimiento de la inflación
se debe sobre todo al aumento de los energéticos, sobre todo de la gasolina y
la electricidad. Además, muchos analistas habían previsto que la supuesta baja
de precios por el bodrio llamado Buen Fin, ayudaría a mitigar el alza de los
precios de combustibles, pero no fue así.
Ya hace unas semanas, en este espacio habíamos
alertado que se iba a presentar una fuerte escalada inflacionaria por el
aumento de los energéticos, porque sus repercusiones abarcan prácticamente toda
la gama de sectores. Si aumenta la gasolina, inmediatamente suben los precios
de todos los productos y servicios. Pero eso sí, somos una potencia petrolera,
gracias a la reforma energética y a que ahora sí hay competencia, pues hace
unos días se instaló la primera gasolina que venderá combustible estadounidense
en lugar del que procesa Petróleos Mexicanos..
Retomando la otra noticia, Dice Enrique Peña Nieto
que México ha logrado consolidarse como una potencia agroalimentaria al ser
proveedora de alimentos al mundo, y destacó algunos puntos como que entre enero
de 2013 y el tercer trimestre de este año, el sector agropecuario tuvo un
crecimiento real de más de 12 por ciento. Previó también que para finales de
este año las exportaciones del sector agroalimentario alcanzarán la cifra
histórica de 33 mil millones de dólares. Una más es que ya vendemos productos
agroalimentarios a más de 100 países.
Estas podrían ser una excelente noticia, pero la
realidad no es tan hermosa como la pintan desde Los Pinos. En primer lugar, la
mayor parte de las exportaciones, por lo menos en valor, son las que hacen las
empresas procesadoras de alimentos, mientras que el sector primario de la
economía sigue tan estancado que sólo representa 3.1 por ciento del Producto
Interno Bruto y su valor a precios corrientes es de 625 mil millones de pesos.
Es decir que solo las grandes empresas que transforman los alimentos o las que
los exportan son las beneficiarias de este boom presumido por la Presidencia de
la República, mientras que alrededor del 20 por ciento de la población mexicana
vive del tres por ciento del producto interno bruto.
Para colmo, si se toman en cuenta los datos históricos
de la inflación puede observarse como la agflación (la inflación de productos
agropecuarios) ha sido muy superior al índice promedio. Nada más para dar una
idea si en noviembre la inflación anualizada fue de 6.63 por ciento y
escandalizó a propios y extraños, la inflación en frutas y verduras en el mismo
periodo fue de 14.91 por ciento, es decir más del doble y este dato solo
muestra una tendencia que se ha mantenido desde hace varios años.
En síntesis, el gobierno puede presumir que México
es una potencia energética y agroalimentaria, pero los ciudadanos tenemos que
lamentar los altos precios de los combustibles y de los alimentos. ¿De qué nos
sirve pues ser una potencia agroalimentaria si no podemos consumir siquiera lo
que producimos? Dice el filósofo del metro: lo barato en el exterior, sale caro
en el interior.
*Comentario para Radio Educación/ 8 de diciembre 2017
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