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Friday, October 27, 2006

El filosofo del metro dice:

Para un sexenio de sumisión,
un muro contra la migración

La muralla de la ignominia

Roberto Fuentes Vivar*

Finalmente, ya se firmó el acuerdo para construir el muro de la ignonimia y aunque su concreción todavía se encuentra en duda, se trata de un asunto que tiene muchos matices.
Desde el punto de vista interno de Estados Unidos se trata
en primer lugar de una acción urgente del partido republicano para tratar de ganar votos ante una avalancha de demócratas que pretenden quitar a Bush el poder legislativo.
En segundo lugar, de una acción para continuar con la política del miedo que ha caracterizado a las administraciones republicanas.
En términos de seguridad nacional, es una especie de aspirina para tratar de curar un cáncer que desde hace tiempo domina ya a los estadunidenses: la inseguridad.
Otro aspecto esgrimido aunque no oficialmente es que por medio de este muro se intenta frenar el narcotráfico.
En materia económica, es una superobra que inyectará recursos a una economía cuyo crecimiento avanza a uno de los ritmos más lentos de los años recientes.
También desde el punto de vista económico puede ser una forma de frenar la salida de divisas por concepto de migrantes, la cual deja una sangría a Estados Unidos por alrededor de 50 mil millones de dólares, si se calcula el dinero que se manda a toda Latinoamérica.
Otro aspecto interno más de Estados Unidos, es que con esta obra se pretende frenar que lleguen más migrantes escandalosos como los que tomaron las calles durante mayo pasado. O que busca crear un muro, valga la redundancia, contra la ola de gobiernos de izquierda que cada día son más frecuentes en América Latina.
En fin, todos estos supuestos, que de ninguna manera frenará muro alguno, son asuntos internos de Estados Unidos, pero ¿que significa esta valla para México? En síntesis representa el más duro golpe a una política exterior que durante este sexenio se dedicó a complacer a su vecino del norte, aún a costa de diferenciarse con países hermanos como Cuba, Venezuela o Bolivia.
Significa un fracaso rotundo de una optica en la que México consideraba a Estados Unidos un socio comercial, mientras que en el norte sólo se veía a nuestro país como un proveedor de mano de obra. Es decir una especie de sirvienta a la que hay que cerrar la puerta para que no traiga a sus familiares.
Lamentablemente, la política exterior basada en el respeto a la soberanía, a las creencias y la cultura de los mexicanos, ha estado ausente en años recientes en las negociaciones con Estados Unidos.
Como diría el filosofo del metro: para unsexenio de sumisión, un muro contra la migración.

*Comentario para Radio Educación 27/octubre /2006

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