El filósofo del metro dice:
La prepotencia dura
lo que el pueblo diga
Y México ya se cansó
Las casotas principal fuente de
indignación de los mexicanos
Roberto Fuentes Vivar*
Nada
hay que cause más indignación que la arrogancia, la prepotencia y la ostentación
y desgraciadamente el gobierno de Enrique Peña Nieto ha abusado de estos tres
adjetivos a través de lo que ya se conoce entre los mexicanos como el caso de
las casotas.
Primero
fue la casa de Angélica Rivera de siete millones de dólares en las Lomas de
Chapultepec y ahora la del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en Malinalco
de 7 y medio millones, pero de pesos, ambas vendidas por un grupo desconocido
hasta llamado Higa, propiedad del empresario mexiquense Juan Armando Hinojosa.
Quizá
la casa blanca hubiera pasado desapercibida y el escándalo hubiera sido menor
si no es porque en estos momentos la sociedad mexicana está indignada por la
situación económica y por el caso Ayotzinapa.
Pero
ante una población depauperizada como la mexicana, la ostentación de los
funcionarios públicos crea un malestar tal que ya millones de ciudadanos exigen
la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto y ahora seguramente también la
del secretario de Hacienda.
En
la más reciente megamarcha realizada en la ciudad de México, la del primer de
diciembre, el caso de la casa blanca fue uno de los más reflejados en las
mantas y recuerdo claramente como un gran contingente marchaba al son de la
consigna: gaviota, gaviota, devuelve la casota”, ante el aplauso de quienes los
escuchaban.
Pero
la prepotencia de Enrique Peña Nieto, de su esposa, La Gaviota, y del
secretario de Hacienda, es tal que no les da pena, ni siquiera un asomo de
solidaridad con los millones de mexicanos empobrecidos, al justificar los
millones de pesos invertidos en sus casas.
Hay
arrogancia también en la actitud de estos tres funcionarios públicos –la esposa
del presidente también lo es al desempeñar el cargo de presidenta del DIF-,
pues muestran que supuestamente sus salarios son tales que pueden adquirir
mansiones sin problemas.
El
caso más concreto es el de Luis Videgaray, quien adquirió su casa de Malinalco
unos días antes de ser secretario de Hacienda (a crédito, claro, como cualquier
ciudadano que se endeuda con el Infonavit), pero la terminó de pagar 15 meses
después.
Es
decir que como secretario de Hacienda tuvo que pagar 500 mil pesos mensuales,
cuando su salario neto mensual, según el portal de transparencia es de 145 mil
277 pesos con 78 centavos. ¿De dónde salió el resto?
Precisamente
por este dispendio, ostentación y falta de transparencia en la adquisición de
las casotas es que incluso Televisa puso de rodillas a Enrique Peña Nieto y el
inquilino de los Pinos tuvo que acudir ante Emilio Azcárraga Jean a pedir
perdón.
La
historia en breve es la siguiente: personajes cercanos a Televisa, como Carlos
Loret de Mola, durante el Teletón y Enrique Krauze en una entrevista, pusieron
en entredicho la compra de la casa de Angélica Rivera y hasta utilizaron frases
como “cóbrensela a Enrique Peña Nieto”. Al día siguiente en Veracruz, el propio
Peña Nieto acudió al encuentro de comunicación de Televisa y ahí le dijo que si
de algo tenemos que enorgullecernos los mexicanos es de Televisa.
Pero
el asunto más grave es que la corrupción también es uno de los principales
focos de indignación para la población mexicana y el hecho de que las casotas
de la señora Rivera y de Luis Videgaray fueran compradas al empresario Hinojosa
y que unos meses después la empresa Higa haya sido favorecida con la concesión
de la construcción del tren México-Querétaro, se inscribe precisamente en el
contexto de la posible corrupción.
Como dice el filósofo del metro: la prepotencia dura
hasta que el pueblo aguanta y México ya se cansó.
*Comentario para Radio Educación/ 12 de diciembre de 2014
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