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Friday, December 12, 2014

El filósofo del metro dice:

La prepotencia dura
lo que el pueblo diga
Y México ya se cansó

Las casotas principal fuente de
indignación de los mexicanos

Roberto Fuentes Vivar*


Nada hay que cause más indignación que la arrogancia, la prepotencia y la ostentación y desgraciadamente el gobierno de Enrique Peña Nieto ha abusado de estos tres adjetivos a través de lo que ya se conoce entre los mexicanos como el caso de las casotas.

Primero fue la casa de Angélica Rivera de siete millones de dólares en las Lomas de Chapultepec y ahora la del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en Malinalco de 7 y medio millones, pero de pesos, ambas vendidas por un grupo desconocido hasta llamado Higa, propiedad del empresario mexiquense Juan Armando Hinojosa.

Quizá la casa blanca hubiera pasado desapercibida y el escándalo hubiera sido menor si no es porque en estos momentos la sociedad mexicana está indignada por la situación económica y por el caso Ayotzinapa.

Pero ante una población depauperizada como la mexicana, la ostentación de los funcionarios públicos crea un malestar tal que ya millones de ciudadanos exigen la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto y ahora seguramente también la del secretario de Hacienda.

En la más reciente megamarcha realizada en la ciudad de México, la del primer de diciembre, el caso de la casa blanca fue uno de los más reflejados en las mantas y recuerdo claramente como un gran contingente marchaba al son de la consigna: gaviota, gaviota, devuelve la casota”, ante el aplauso de quienes los escuchaban.

Pero la prepotencia de Enrique Peña Nieto, de su esposa, La Gaviota, y del secretario de Hacienda, es tal que no les da pena, ni siquiera un asomo de solidaridad con los millones de mexicanos empobrecidos, al justificar los millones de pesos invertidos en sus casas.

Hay arrogancia también en la actitud de estos tres funcionarios públicos –la esposa del presidente también lo es al desempeñar el cargo de presidenta del DIF-, pues muestran que supuestamente sus salarios son tales que pueden adquirir mansiones sin problemas.

El caso más concreto es el de Luis Videgaray, quien adquirió su casa de Malinalco unos días antes de ser secretario de Hacienda (a crédito, claro, como cualquier ciudadano que se endeuda con el Infonavit), pero la terminó de pagar 15 meses después.

Es decir que como secretario de Hacienda tuvo que pagar 500 mil pesos mensuales, cuando su salario neto mensual, según el portal de transparencia es de 145 mil 277 pesos con 78 centavos. ¿De dónde salió el resto?

Precisamente por este dispendio, ostentación y falta de transparencia en la adquisición de las casotas es que incluso Televisa puso de rodillas a Enrique Peña Nieto y el inquilino de los Pinos tuvo que acudir ante Emilio Azcárraga Jean a pedir perdón.

La historia en breve es la siguiente: personajes cercanos a Televisa, como Carlos Loret de Mola, durante el Teletón y Enrique Krauze en una entrevista, pusieron en entredicho la compra de la casa de Angélica Rivera y hasta utilizaron frases como “cóbrensela a Enrique Peña Nieto”. Al día siguiente en Veracruz, el propio Peña Nieto acudió al encuentro de comunicación de Televisa y ahí le dijo que si de algo tenemos que enorgullecernos los mexicanos es de Televisa.

Pero el asunto más grave es que la corrupción también es uno de los principales focos de indignación para la población mexicana y el hecho de que las casotas de la señora Rivera y de Luis Videgaray fueran compradas al empresario Hinojosa y que unos meses después la empresa Higa haya sido favorecida con la concesión de la construcción del tren México-Querétaro, se inscribe precisamente en el contexto de la posible corrupción.

Como dice el filósofo del metro: la prepotencia dura hasta que el pueblo aguanta y México ya se cansó.
*Comentario para Radio Educación/ 12 de diciembre de 2014

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