El filósofo del metro dice:
Las espadas de dulce
se derriten con el calor
Finalmente se logró acuerdo
azucarero con Estados Unidos
Roberto Fuentes Vivar*
Finalmente ya quedó negociado el acuerdo sobre
edulcorantes entre México y Estados Unidos, en lo que fue un preámbulo de lo
que serán los encuentros para las pláticas del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte.
De hecho, fueron las primeras negociaciones formales
entre México y Estados Unidos en materia comercial, desde que Donald Trump
asumió la presidencia del vecino país del norte y, desde luego, no fueron muy
tersas por varias razones.
Primero que nada, al interior de la política
estadounidense existen varias fracturas por diversas causas que a diario
escuchamos como el asunto del FBI, la intervención de Rusia y hasta la caída de
popularidad del inquilino de la Casa Blanca, que se encuentra en su peor nivel
desde que tomó posesión con una aprobación de sólo 34 por ciento de los
estadounidenses.
En materia comercial y jurídica, el gobierno de
Trump, ha enfrentado varios golpes. Uno de ellos es que, por ejemplo, esta
semana cuatro de los principales bufetes de abogados rechazó trabajar para la
Casa Blanca.
Pues en este entorno, los azucareros
estadounidenses, reunidos en la políticamente poderosa ASA (asociación de
Fabricantes de Azucar), blandieron sus espadas de guerra, azuzados por el
propio Donald Trump, y quisieron sacar a México del panorama azucarero
estadounidense.
Su idea más que negociar era cerrar definitivamente
el mercado al azúcar mexicano. Sin embargo, no se dieron cuenta de que son
incapaces de satisfacer a su mercado, por lo que la industria estadounidense en general requiere de
importaciones de azúcar. Aquí vale la pena mencionar que el consumidor del
vecino país del norte prefiere el azúcar mexicana a los endulzantes que son
producidos a raíz de productos trasgénicos.
En todo este contexto, se realizaron als
negociaciones, con una parte mexicana que exigía a las autoridades mexicanas
frenar las importaciones de jarabe de alta fructosa, en caso de que se cerrara
el mercado a las exportaciones mexicanas. Desde luego, las autoridades
mexicanas no iban muy convencidas de que sería necesario llegar a tal extremo.
En este sentido, las autoridades y los industriales
mexicanos encontraron que el jefe de los negociadores estadounidenses, Wilbur
Ross, tampoco estaba convencido de iniciar la guerra del azúcar, por lo que
finalmente se sentó a negociar, aún en contra de los intereses de los
fabricantes de azúcar de su país.
El caso es que sí hubo pláticas y en ellas se
establecieron varios acuerdos:
Uno, que México seguirá siendo el principal
proveedor de azúcar de caña hacia el mercado norteamericano.
Dos, que este año nuestro país tendrá una cuota de
acceso al mercado estadounidense de 970 mil toneladas de azúcar y crecerá a dos
millones de toneladas en 2018.
El tercero es que el precio piso del azúcar crudo en
que comprarán los estadounidenses subió de 22.5 a 23 centavos de dólar por
libra.
Un cuarto punto es que Estados Unidos adquirirá
menos azúcar refinada y nuestro país exportará más azúcar mascabado.
En términos generales, este último punto sí afecta a
los industriales mexicanos, pues se perderá competitividad en la
transformación, lo que definitivamente significa un golpe para los dueños de
los ingenios.
Sin embargo, de acuerdo con el presidente de la Cámara Nacional de las
Industrias Azucarera y Alcoholera (CNIAA), Juan Cortina Gallardo, el acuerdo
algo así como de los males el menor. Porque si bien se dejará de exportar
azúcar más industrializada, prácticamente se duplicarán las exportaciones de
dulce para el año entrante.
Cortina, junto con varios directores generales de
ingenios y empresas productoras de endulzantes, explicó en conferencia de
prensa que las negociaciones se
realizaron en condiciones complicadas y con la presión de una industria
políticamente poderosa, pero finalmente se dio prioridad a un interés general
antes que a intereses particulares de empresas.
Hay tres cosas que resaltan de la conferencia de
prensa de Cortina: una, que Estados Unidos recibirá azúcar mexicana e menor
calidad, con lo cual los costos de procesamiento serán mayores para ellos. La
otra es que recordó que en Estados Unidos la agroindustria azucarera está
subsidiada a diferencia de México. Por eso, señaló que “no queremos que nos
protejan de la competencia, sino que nos dejen competir”
Pero quizá lo más importante es que previó que los
azucareros estadounidenses intentarán boicotear los acuerdos, durante las
consultas y antes de que sean firmados.
Los acuerdos deberán firmarse el mes que entra, para
que entren en vigor en la zafra 2017-2018. Sin embargo y parecen ser un pacto
entre los dos gobiernos, aunque en las dos partes existen industriales no
convencidos que seguramente estarán en contra y buscarán una nueva negociación.
Por lo pronto, parece ser que no hubo guerra del azúcar: dice el filósofo del
metro: las espadas de dulce se derriten con el calor.
*Comentario para Radio Educación/9 de junio de 2010
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