El filósofo del metro dice:
Negociadores del TLCAN:
Su misión es la sumisión
Doble discurso del gobierno
mexicano ante el extranjero
Roberto Fuentes Vivar*
Como
pocas veces, en esta semana se dieron muestras del doble discurso que maneja el
gobierno de México en sus relaciones exteriores, particularmente con Estados
Unidos.
Por
una parte se encuentra la conversación telefónica entre Donald Trump y Enrique
Peña Nieto, destapada en Estados Unidos, en la cual la Presidencia de la
República, ha intentado manejar la respuesta de Peña Nieto como una muestra de
independencia y soberanía de nuestro gobierno ante el prepotente presidente del vecino país del norte.
Por
el otro lado se encuentra el caso de Venezuela, en donde prácticamente todos
los días México mantiene una sumisión total a Estados Unidos en su política
contra la nación sudamericana. Todavía esta mañana en las redes sociales este
affaire estaba vivo por el intercambio de palabras como “cobarde” que
mutuamente se dijeron Nicolás Maduro y Luis Videgaray.
La
insistencia de México en apoyar el derrocamiento del presidente venezolano ha
ocasionado al menos dos sentimientos en buena parte de los mexicanos. Uno que
México ha perdido su independencia al apoyar sin recato alguno la política
estadounidense. El otro es que definitivamente Luis Videgaray se ha encargado
de enterrar la doctrina Estrada que durante décadas fue orgullo de México, al
querer intervenir en la vida interna de otros países.
Pero
quizá el asunto más grave de este doble discurso, es el de las negociaciones
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Resulta que precisamente
esta semana, el secretario Economía, Ildefonso Guajardo presentó lo que
considero un documento esencial pues resume en cuatro ejes las “Prioridades de
México”, en torno a las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte.
El
documento titulado “Prioridades de México en las negociaciones para la
modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte” consta de casi
10 mil caracteres, 45 párrafos y mil 431 palabras.
Lo más grave es que en ninguno de estos 45 párrafos se mencionan palabras como “Soberanía”, “Defensa” o “Independencia”, Incluso vocablos como “México”, “País” o “Nación”, son prácticamente inexistentes. Ni siquiera se señala alguna vez la frase “intereses de los mexicanos.
Lo más grave es que en ninguno de estos 45 párrafos se mencionan palabras como “Soberanía”, “Defensa” o “Independencia”, Incluso vocablos como “México”, “País” o “Nación”, son prácticamente inexistentes. Ni siquiera se señala alguna vez la frase “intereses de los mexicanos.
En
todo el documento, que fue enviado al Senado de la República y que según
Guajardo es algo así como la biblia para las negociaciones, se hace caso omiso
de las estrategias, de los principios rectores (como la soberanía) o de la
defensa de los intereses de los mexicanos.
En
lugar de eso se destaca en los cuatro principios rectores la importancia de lo
regional, por sobre lo nacional, de los tres países, por encima de México, a
los tres países, por encima del nuestro, y de la integración por encima de los
intereses de los 125 millones de connacionales.
Cualquier
análisis de contenido, elaborado por estudiantes de comunicación social, puede
determinar que el oficio de la secretaría de Economía antepone los intereses de
los mexicanos a los intereses de otros países como Estados Unidos y Canadá.
Por
eso, ya algunas agrupaciones campesinas y de pequeños industriales y
comerciantes, han señalado que más que un documento rector para una negociación
parece una carpeta de entrega. Desde luego, el documento mexicano no tiene ni
el detalle ni la estrategia que mencionó Donald Trump en sus 20 puntos en
defensa de su economía interna y recuperación de empleos, que dio origen a la renegociación
del Tratado de Libre Comercio.
Otra
de las críticas al equipo negociador mexicano encabezado por Luis Videgaray y
Guajardo, es que mientras en Estados Unidos y Canadá sus gobiernos sí
consultaron con diversos sectores, aquí todo se ha hecho en lo oscurito y sin
tomar en cuenta los intereses y las necesidades de la sociedad, como si México
fuera una propiedad privada de unos cuántos.
Esta
ausencia de consenso para las negociaciones tiene un origen: el equipo
negociador mexicano está compuesto por funcionarios públicos y empresas. Ni por
casualidad aparece un líder obrero o uno campesino, ni mucho menos un
representante de la sociedad.
¿Quiénes
son los negociadores? Desde luego Videgaray y Guajardo, de quienes ya mucho se
ha hablado, pero también están Jaime Serra Puche, Herminio Blanco, Jaime
Zabludowsky y Luis De la Calle, todos ellos artífices del primer tratado de
libre comercio. Con eso se dice todo.
Por
la parte empresarial están Valentín Diez Morodo, paisano de Enrique Peña Nieto,
promotor de OHL en México, accionista de Citigroup y artífice de la venta de
cervecería Modelo a capital extranjero.
Y
Moises Kalach, también consejero de Citigroup y dirigente industrial textil,
una de las ramas que han sido más afectadas por la liberación comercial. En una
entrevista con el Financiero, dio a conocer su estrategia: “que los empresarios
estadounidenses hablen por nosotros.
Estos
son los defensores de la soberanía nacional y de los intereses mexicanos. Es
decir, la iglesia en manos de Lutero o, como dice el filósofo del metro: su
misión es la sumisión.
*Comentario para Radio Educación/4 de agosto de 2017
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