El filósofo del metro dice:
La palabra socavón
rima con corrupción
El Paso Express: un catálogo
de irregularidades de la SCT
Roberto Fuentes Vivar*
Definitivamente,
el accidente del llamado Paso Exprés de Cuernavaca sólo puede ser entendido si
se toma en cuenta el catálogo de irregularidades que se cometieron antes,
durante y una vez concluida su construcción.
También
el caso debe ser analizado desde el punto de vista político-económico que
significa el alto grado de corrupción que se ha presentado en la “reconquista
de México” por parte de los capitales españoles y la corrupción que se ha
presentado en los vínculos entre los Partidos Revolucionario Institucional y
Acción Nacional de México y el Partido Popular de España.
Nada
más para dar una idea de esta corrupción hay que recordar que en noviembre de
2013, en este mismo espacio, señalaba que a los pocos días de inaugurada, la
carretera Mazatlán-Durango, registraba cuarteaduras y deslaves. Esa obra, al
igual que el Paso Exprés de Cuernavaca, fue construida por la empresa española
Aldesa, que tiene un negro historial tanto en México como en
España.
Ya
concretamente, el paso Exprés mostraba irregularidades que fueron notificadas a
tiempo:
1.-
en Diciembre de 2014 el testigo social que verificó la licitación, hizo varias
observaciones que no se cumplieron
2.-
en Octubre de 2016, la Auditoría Superior de la Federación detecto carencias,
pagos de más, mala infraestructura, cambio de materiales.
3.-La
obra estaba prevista para julio de 2016, pero se atrasó nueve meses. Tenía un
costo inicial de mil 406 millones de pesos y la constructora elevó el precio
final a dos mil 210 millones de pesos, lo que significó un costo de 152.6
millones de pesos por kilómetro. Uno de los más altos en la historia de la
construcción.
4.-
Durante la construcción fueron denunciadas diversas anomalías, como la falta de
señalamientos. Incluso personajes como Sergio Aguayo la consideraron un
peligro. Por eso hubo 80 accidentes con un saldo de 21 muertos.
5.-
Finalmente se inauguró el cinco de abril y poco tiempo después, el 30 de junio las autoridades de Chipitlán,
alertaron del peligro de un posible accidente. Pero nadie hizo caso a este
catálogo de anomalías.
Esto
es, más o menos, lo que ya se sabe de la construcción del Paso Exprés, pero
detrás de la adjudicación de esta obra puede haber muchas cosas que tienen que
ver con una red de corrupción o al menos de complicidades entre las autoridades
mexicanas y los grandes capitales españoles.
Aldesa
llegó a México en 2008 y encontró en nuestro país una tabla de salvación tras
el quebranto que le dejó la crisis inmobiliaria en España. Ya desde antes se
había presentado la reconquista de México, pero se aceleró con la llegada de
las constructoras ibéricas, apoyadas por las autoridades mexicanas, a tal grado
de que las grandes empresas nacionales se quejaron del trato privilegiado que
otorgaron a las constructoras extranjeras, particularmente españolas como OHL
de negros recuerdos electorales y Aldesa.
Para
Aldesa, las más de 80 obras que realiza en nuestro país significan 38.3 por
ciento de sus ingresos y casi 50 por ciento de sus utilidades. El problema es
que la empresa no cumple siquiera con las leyes financieras, pues su más
reciente reporte financiero es de 2013, antes de que se le diera la concesión
del Paso Exprés.
Precisamente,
el 27 de noviembre de 2013, de acuerdo con la revista Proceso, el subsecretario
de Infraestructura de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Raúl
Murrieta Cummings, admitió que sí hay corrupción en la adjudicación de obras, y
aceptó el favoritismo que el Gobierno federal le ha dado a la empresa Aldesa.
Se
necesitaría casi todo el tiempo de este noticiario para enumerar las irregularidades
de la empresa española en México, pero en resumen, Aldesa contrata empresas
constructoras mexicanas para hacer el trabajo y luego no les paga. Así ha
sucedido en Puebla, en Yucatán, en Quintana Roo. Pero eso si administra la
autopista Perote-Veracruz, considerada como el peaje más caro en América
Latina.
Otra
de las formas de operar de esta empresa extranjera, es que después de ganar un
concurso sube los precios y el gobierno mexicano termina pagando hasta 50 por
ciento más de lo pactado. Así sucedió en la carretera Mazatlán- Durango y en el
Paso Exprés, por ejemplo. Lo más grave es que todos los mexicanos terminamos
pagando este sobreprecio.
Pero
quizá más grave aún es que en España, Aldesa es investigada por corrupción,
evasión de impuestos, soborno para adquirir licitaciones de obras públicas, así
como mala calidad y planeación en sus construcciones. Su presidente Antonio
Fernández Rubio, fue cuestionado desde 2003, por financiar de manera irregular al Partido
Popular que actualmente se encuentra en el poder a través de Mariano Rajoy.
Esto
quiere decir que de manera indirecta, el gobierno de México y el dinero de
todos los mexicanos a través de los sobreprecios que pagamos por las obras de
Aldesa, financiamos al partido que gobierna España. Eso, en cualquier lado del
mundo se llama corrupción.
Dice
el filósofo del metro: Hay dos palabras que riman: corrupción y socavón.
*Comentario para Radio Educación/14 de julio de 2017
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