El filósofo del metro dice:
Cuando la basura se esconde bajo la
alfombra no desaparece, se acumula
Paralelismo entre México
y Brasil: tapar la corrupción
Roberto Fuentes Vivar*
Esta
semana sucedió algo insólito, mientras que un grupo de periodistas era premiado
internacionalmente por una investigación sobre corrupción, las autoridades dieron
carpetazo a uno de los casos más graves de corrupción y desvío de recursos que
se ha presentado en el país.
Concretamente,
la investigación denominada “Estafa Maestra” publicada por Animal Político y
Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, mereció este año el premio
Ortega y Gasset a la mejor investigación periodística.
Este
reportaje documenta el desvío de recursos y la desaparición de dinero público por
más de 7 mil 500 millones de pesos, utilizando a 128 empresas fantasmas. En el
caso están involucradas 11 dependencias públicas, universidades y empresas
particulares.
Sin
embargo, para la Secretaría de la Función Pública, dirigida por Arely Gómez
González, hermana del vicepresidente de Televisa, muchos de los casos
consignados en este reportaje y que involucran a la Secretaría de Desarrollo
Social, no merecen sanciones. Concretamente perdonó 69 quejas presentadas por
la Auditoría Superior de la Federación en contra de la gestión de Rosario Robles
al frente de esa dependencia, muchas de las cuales fueron denunciadas en el
caso Estafa Maestra.
¿Cómo
es posible que mientras se premia a nivel mundial un reportaje con denuncias
concretas de corrupción, las autoridades decidan exonerar a los responsables?
Este
caso protección a funcionarios públicos,
recuerda mucho lo que está sucediendo en Brasil, en donde ayer se dictó orden
de encarcelamiento para el expresidente Luiz Inacio Lula Da Silva, a quien no
se le han comprobado los delitos que se le imputan.
Mientras
tanto, el presidente de ese país sudamericano, Michel Temer, ha sido exonerado
de los cargos de corrupción, a pesar de que cuenta con más de siete denuncias
en su contra. En Brasil, la exoneración de este oscuro presidente, quien llegó
al poder a través de un golpe de estado, la ha hecho la Cámara de Diputados.
Aquí la hizo una dependencia que en su momento también perdonó a Enrique Peña
Nieto por el affaire de la Casa Blanca.
Lo
que sucede en Brasil es difícil explicarlo en pocos minutos, pero trataré de
hacerlo. Eduardo Cuhna, presidente de la cámara de diputados destituyó a la
presidenta Dilma Rousseff, no por corrupción sino por el delito de maquillaje
de cifras. En ese momento los empresarios brasileños habían sacado capitales
por alrededor de 520 millones de dólares, según the Economist. En ese golpe de
estado técnico subió al poder Michel Temer. Al poco tiempo Cuhna –socio del
presidente- fue destituido de la cámara de diputados.
Prácticamente
todos los legisladores y funcionarios públicos que están promoviendo el
encarcelamiento de Lula Da Silva, tienen investigaciones por corrupción en su
contra, pero entre ellos mismos se han perdonado.
El
caso concreto es que en Brasil, en octubre, se realizarán las elecciones
presidenciales y Lula Da Silva lidera las preferencias de voto, a pesar del
proceso en su contra, con alrededor de 35 por ciento de intención de voto,
mientras el equipo presidencial no ha logrado levantar su popularidad, que se
ubica en un paupérrimo cinco por ciento
de la población.
El
actual gobierno brasileño impulsa la candidatura del presidente Temer o del
dirigente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, ambos acusados de corrupción:
pero eso sí encarcela sin pruebas al expresidente Lula que lleva la delantera
en las encuestas electorales.
Afortunadamente
en México no hemos llegado a los extremos de Brasil en donde se encarcela a los
opositores políticos, pero sí existe paralelismo en la forma en que se perdona
la corrupción gubernamental. Dice el filósofo del metro. Cuando se guarda bajo
la alfombra, la basura no desaparece, se acumula.
*Comentario para Radio Educación/ 6 de abril de 2018
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