El filósofo del metro dice:
Defender la evasión
también es corrupción
Empresarios y oposición
a favor de lo indefendible
Roberto Fuentes Vivar*
Hace una semana comentaba aquí que el gobierno de
Andrés Manuel López Obrador intentaría, en el paquete económico presentado el
domingo, buscar nuevas fórmulas para fortalecer los ingresos presupuestarios y
sin recurrir al endeudamiento aumentar el presupuesto de egresos a más de seis
billones de pesos.
El domingo presentó, en la miscelánea fiscal, una
amplia gana de medidas impositivas precisamente para incrementar las
contribuciones, entre las que se encuentran aumentar los impuestos especiales a
vinos y tabaco y otros productos no necesarios: gravar las plataformas
digitales como Uber, Netflix y Spotify, entre otras, y fortalecer las acciones
para evitar la evasión y la elusión de impuestos y cancelar definitivamente las
condonaciones a las grandes empresas.
Las primeras medidas podrían afectar principalmente
a la clase media, sobre todo a los deciles del cuatro al siete de la
clasificación del INEGI, pues millones de mexicanos podrían ver afectado su
gasto con un aumento de impuestos a productos como el tabaco o las aplicaciones
digitales. De hecho, incluso el propio gobierno hace énfasis en muchos
documentos relativos al paquete económico en la necesidad de gravar la economía
digital.
Pero quizá lo más interesante del paquete económico
es la lucha contra la evasión y la elusión de impuestos. En este sentido,
además de las modificaciones en la ley de ingresos y en la miscelánea fiscal,
se presentó una iniciativa en el Senado de la República para considerar delito
grave el uso de facturas falas y la operación de empresas fantasmas.
De hecho se planea considerar como delincuencia
organizada algunos delitos fiscales, los cuales según las propuestas de Morena
en el Senado, atentan contra la seguridad nacional.
Inmediatamente los partidos de oposición se
opusieron a considerar delincuencia organizada a la emisión de facturas y las
empresas fantasmas. Partidos como el PRI y el PAN manifestaron su indignación
ante esta medida.
La iniciativa privada también protestó y el
presidente del Consejo coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín, pidió
que no se aprobara la iniciativa. Incluso la Confederación Patronal de la
República Mexicana (la Coparmex) la consideró como un acto de “terrorismo
fiscal”.
Y pregunto aquí abiertamente ¿es terrorismo fiscal
que las empresas cumplan con sus obligaciones fiscales y terminen se eliminen
prácticas delictivas como la emisión de facturas falsas o la existencia de
empresas fantasmas?
Cuando en enero de este año comenzó la guerra contra
el huachicol, millones de mexicanos quedamos asombrados de la forma en que una
actividad ilegal había penetrado en la sociedad, incluyendo a empresas
transnacionales y a pueblos enteros que vivían (o aún viven) de robar
combustible.
Ahora que el gobierno va en contra de las empresas
fantasmas y de las facturas apócrifas, sucede lo mismo ¿hasta dónde se ha infiltrado
este ilícito en la economía nacional? Seguramente hasta muy adentro y por eso
la iniciativa privada y partidos como el PRI y Acción Nacional se manifiestan
en contra y acusan al gobierno de “terrorismo fiscal”.
La iniciativa ya comenzó a sufrir cambio y de
acuerdo con Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política
del Senado, para proteger a empresarios honestos la iniciativa será que se
considere delincuencia organizada cuando participen al menos tres
contribuyentes y el daño al erario sea de casi ocho millones de pesos.
Nada más para poner en contexto, lo que significa la
evasión fiscal, en un primer reporte, la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP), a través del Servicio de Administración Tributaria (SAT),
detecto a 8 mil 204 empresas que de 2017 a mediados de 2019 emitieron entre 8 y
9 millones de facturas de operaciones falsas por el total de un billón 600 mil
millones de pesos, lo que representa una defraudación fiscal de 354 mil
millones de pesos, equivalente a 1.4 por ciento del producto interno bruto
(PIB).
Si a esta cifra se le suman las condonaciones
fiscales a grandes empresas que representan alrededor de 700 mil millones de
pesos, la recaudación por estas dos medidas (cancelación de perdones y gravar
las operaciones con facturas falsas) se podrían obtener, siendo muy optimistas,
casi un billón de pesos para el año entrante.
¿Por qué la iniciativa privada y los partidos de
oposición se niegan a considerar el daño al erario como crimen organizado y
hasta calificación su persecución como terrorismo fiscal? ¿Porque están
acostumbrados a delinquir como parte de su operación cotidiana? ¿Cuánto de la
economía nacional está coludida en estos delitos?
Las respuestas seguramente se darán el año entrante.
Por lo pronto, hasta el procurador fiscal de la Federación, Carlos Romero, dijo
a La Jornada, hace unos días, que en lo que va de la actual administración se
han detectado más de 700 millones de pesos en operaciones simuladas, con la
participación de funcionarios públicos y bancarios y consideró que la emisión
se facturas falsas es ya “un deporte nacional”. Dice el filósofo del metro: Defender
la evasión también es corrupción.
*Comentario para Radio Educación/13 de septiembre de 2019
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