El filósofo del metro dice:
Adiós a la policía financiera;
Bienvenido lo que tenga que venir
Por la pandemia, el FMI ha tenido
que modificar sus caducas recetas
Roberto Fuentes Vivar*
Lo que sucedió esta semana cuando el Fondo Monetario
Internacional (FMI) anunció que disponía de 650 mil millones de dólares en
derechos especiales de giro para ser utilizado por sus 184 países miembros
parece ser algo que va más allá de simples préstamos, pues implica una especie
de cambio radical de este organismo multilateral.
Primero que nada hay que señalar que desde hace más
un año varios países, entre ellos Argentina, solicitaron al FMI que se
convirtiera en una especie de organismo que ayudara a financiar la reactivación
económica mundial y, por la pandemia, modificara sus estrictas reglas de
policía monetaria global.
La solicitud fue atendida y la semana pasada la
directora gerente del organismo, la húngara Kristalina Georgieva, informó que
se disponía de una enorme cantidad de recursos para reactivar la economía
global y de los países miembros.
Hay que señalar que Georgieva ha considerado en
varias ocasiones que América Latina ha sido una de las regiones más afectadas
por la pandemia y ha reconocido, a diferencia de sus antecesores, la importancia
de los programas para dotar de dinero en efectivo a las familias más
vulnerables, como lo han hecho México, en primer lugar y otros como Argentina y
Paraguay.
De hecho, estos dos eventos, que los países puedan disponer
de dinero del fondo para sus economías sin tener que cumplir las recetas que
antaño imponía el organismo y que se reconozcan los apoyos a la población más
vulnerable por encima del financiamiento a las empresas, parecen ya constituir
un cambio en las políticas de esta institución que durante seis décadas atosigo
a los países para que impusieran al pie de la letra sus recetas.
Concretamente también parece ser que esas recetas
podrían cambiar luego de que varios países como México, Argentina y seguramente
Chile, tras la redacción de su nueva constitución, por mencionar solo algunas
de las naciones latinoamericanas, han señalado abiertamente que ya no aplicarán
las sugerencias del fondo a rajatabla como ocurrió durante más de setenta años.
Aquí en México, el presidente Andrés Manuel López
Obrador dio la bienvenida al dinero que le corresponde, poco más de 12 mil 200
millones de dólares, pero fue muy claro al señalar que definitivamente no
aceptará las recetas del FMI.
Dijo: no tenemos ningún pleito con el Fondo
Monetario Internacional, sólo que no estamos de acuerdo en sus recomendaciones.
Por el contrario, agregó, “continuaremos con una política distinta, de no
endeudar al país para rescatar a los potentados, con la idea peregrina, con el
sofisma de que si llueve fuerte arriba, gotea abajo, lo cual es una tomadura de
pelo”.
Dentro de esta actitud soberana, el presidente
señaló que se empleará parte de esa línea de crédito para hacer pagos
anticipados a la deuda externa, la cual creció marcadamente en los dos sexenios
anteriores. En su mañanera explicó que en el primer año de su administración se
bajó el porcentaje de la deuda pública a 44 por ciento del PIB, pero con la
crisis vinculada a la pandemia subió hasta 52 por ciento y ahora se ubica en 49
por ciento y recordó que en las administraciones de Felipe Calderón y de
Enrique Peña Nieto la deuda se duplicó. “Yo no quiero eso –a pesar de la
pandemia– no quiero el doble”.
Las declaraciones del presidente inmediatamente fueron
rechazadas por los economistas conservadores o neoliberales, quienes aseguraron
que este dinero no podría ser utilizado para reducir el porcentaje de la deuda
pública. Incluso hasta el vicegobernador del Banco de México cercano a la IV
Trasformación, Gerardo Esquivel rechazó esa posibilidad.
Sin embargo algunos organismos, como el Instututo
Méxica de Ejecutivos de Finanzas, una institución creada por los directors
financieros de grandes empresas nacionales y extranjeras, señalaron que era
buena idea disponer de esos recursos para amortizar el endeudamiento, puede
fortalecer la economía mexicana.
El dinero del Fondo Monetario Internacional, en caso
de aceptarse, sería entregado al Banco de México para fortalecer las reservas
internacionales, pero también, de acuerdo con la autonomía de cada país y como
lo ha hecho ya Argentina en sus negociaciones con el Fondo, puede utilizarse
para otros fines, incluyendo el pago anticipado para reducir deuda externa.
De acuerdo con el presidente mexicano y también con
los directivos del Banco de México, las reservas internacionales se encuentran
en un buen nivel por lo que no necesitan apuntalarse, pero sí hay programas que
requieren financiamiento.
Si este dinero se utiliza en cada país para atender
sus prioridades, el mensaje global será muy claro: un adiós a las recetas del
Fondo Monetario Internacional y, por ende, del neoliberalismo salvaje. Seguramente
tras la pandemia tendrá que modificarse el papel que este organismo ha jugado
en la economía de los países en desarrollo.
Die el filósofo del metro: Adiós a la policía
financiera; bienvenido lo que tenga que venir
*Comentario para Raadio Educación/ 13 de agosto de 2021
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