El filósofo del metro dice:
La diplomacia es el arte de
enviar señales para disfrazar
lo que no se dice abiertamente
MCCI y el voto sobre Israel,
gravitan sobre México y EU
Roberto Fuentes Vivar*
La estancia el próximo lunes y martes de la
vicepresidenta estadounidense Kamala Harris a México seguramante se concentrará en temas como la seguridad, la
economía y la migración, según se desprende de las declaraciones en la mañanera
de hoy y de las filtraciones que se han dado desde Estados Unidos.
Sin embargo, el encuentro se desarrolla en un
contexto muy especial, pues es el primero del más alto nivel que se realiza
físicamente entre México y Estados Unidos con el nuevo gobierno de Joe Biden.
Y también podría decirse que es el primero entre la
nueva administración estadounidense con un gobierno mexicano que ha retomado como
política exterior la Doctrina Estrada de no intervención en asuntos internos de
otro país.
Precisamente en el entorno de esta reunión entre la
vicepresidenta estadounidense y el presidente Andrés Manuel López Obrador, hay
por lo menos dos temas que si bien no están en la agenda sí gravitan directa o
indirectamente en las relaciones entre las dos naciones.
Uno de ellos es la nota diplomática que envío México
solicitándole la Casa Blanca que no financie a organismos abiertamente de oposición
como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
En este sentido hoy varios diarios nacionales destacan
en sus primeras planas que el gobierno de Joe Biden mantendrá el financiamiento
a organismos no gubernamentales y periodistas, como si se tratara de una
respuesta a la nota diplomática mexicana.
En la mañanera de hoy,
el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aclaró que no se trata
de una respuesta a esa nota diplomática, sino de una circular sobre su política
en todo el mundo y reiteró que lo que México está planteando es que las
organizaciones que reciban financiamiento de gobiernos extranjeros tienen que
respetar el ámbito político interno.
El otro asunto que
gravita sobre las relaciones entre los dos países es el voto de México el
pasado jueves 27 de mayo en las Naciones Unidas a favor de investigar los
presuntos crímenes de guerra durante las recientes hostilidades entre el
ejército de Israel y la milicia palestina de Hamas en Gaza.
Casi inmediatamente, el
lunes, el embajador de México en Israel, Pablo Macedo, fue convocado a una
conversación aclaratoria en el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país,
en la cual el director general adjunto para América Latina del gobierno de
Israel, Modi Ephraim, dijo que “es inconcebible que México se posicione junto a
países hostiles a Israel, como si nuestro país no fuera soberano para emitir su
voto.
La resolución fue aprobada por 24 países, nueve estuvieron
en contra y 14 se abstuvieron. Incluso el presidente López Obrador ratificó el
miércoles pasado el sentido del voto mexicano.
¿Por qué comento que este voto gravita sobre las
relaciones mexicano-estadounidenses? Porque en el pasado se han registrado
votos en contra o a favor de Israel que tienen repercusiones en nuestras
relaciones con Estados Unidos. Por ejemplo en 1947 México votó a favor de
Israel y la Asociación de Americanos Progresistas anunció un boicot contra
productos mexicanos que no pasó a mayores.
Pero el 10 de noviembre de 1975 en el seno de la ONU,
México votó a favor de una resolución que condenaba el sionismo. La embajada
mexicana en Tel Aviv fue objeto de violentas manifestaciones y a los pocos días
la comunidad judía en Estados Unidos amenazó con un boicot comercial y
turístico. Incluso el poder legislativo estadounidense aprobó sanciones a
quienes votaron contra Israel.
El boicot ocasionó una baja del 25 por ciento de los
ingresos turísticos y se tuvo que recurrir al expresidente Miguel Alemán para
que cabildeara con los líderes judíos de Nueva York. En ese entonces, ya Miguel
Ángel Granados Chapa reflexionaba sobre la precariedad de nuestra Soberanía.
El boicot terminó cuando Luis Echeverría se reunió
con los judíos de Estados Unidos y se retractó del voto. En diciembre tuvo que
renunciar el canciller mexicano, Emilio Rabasa, que fue sustituido por Alfonso
García Robles, quien tuvo el beneplácito israelí y estadounidense y pocos años
después obtenía el Premio Nobel de la Paz.
Retomo esta historia porque creo que, aunque no esté
en la agenda, el voto mexicano en la ONU de la semana pasada gravita en las
relaciones diplomáticas mexicano-estadounidenses, al igual que el tema del
financiamiento a organismos opositores por parte del gobierno de Joe Biden.
Dice el filósofo del metro: la diplomacia es el arte
de enviar mensajes para disfrazar lo que no se dice abiertamente.
*Comentario para Radio Educación/ 4 de junio de 2021
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