El filosofo del metro dice:
Desde Polanco
¿Existe el campo?
20 personajes discuten el
futuro alimenticio de
325 millones de personas
Roberto Fuentes Vivar*
Ayer se reunieron en un hotel de Polanco los dirigentes del Consejo Nacional Agropecuario de México y de la American Farm Bureau Federation de Estados Unidos para discutir los últimos detalles de la desgravación arancelaria que habrá de venir a principios de enero del año entrante.
Estuvieron durante varias horas a puerta cerrada y nadie sabe qué acordaron, pero eso sí la apertura anunciada parece ser que llegará sin remedio y sin que nadie la detenga, a pesar de tratarse de productos estratégicos para la alimentción mexicana como el maíz, el frijol, el azucar y el trigo, entre otros.
Fue una reunión en donde no estuvieron los campesinos que en los últimos años han visto como aumenta la pobreza al distribuirse cada vez menos dinero entre más habitantes. Nada más para recordar. Hay que señalar que cuando entró el vigor el TLC, el sector agropecuario significaba 7.5 por ciento del PIB y ahora bajó a solo 3.8 por ciento, es decir a la mitad, pero de ahí se tienen que mantener los mismos 25 millones de habitantes.
Tampoco estuvieron los funcionarios encargados del sector agropecuario y de las negociaciones comerciales que son quienes deberían hablar por los mexicanos y analizar las consecuencias para el país de esta apertura.
Otros ausentes fueron los legisladores, quienes definitivamente sí tienen vela en el entierro, sobre todo los senadores, porque ellos tienen que revisar los tratados comerciales.
En fín, fue una reunión en la que alrededor de 20 personas decidían ele futuro alimenticio de 425 millones de habitantes de este planeta.
En el salón Mitla, que curiosamente tiene el nombre de una de las zonas arqueológicas más cercanas al lugar en donde nació el maíz, los empresarios que representan al 70 por ciento de los agricultores estadunidenses y al 1 por ciento de los agricultores mexicanos, hicieron cuentas y alianzas.
¿En qué entorno se presentan estas negociaciones?. El primero es en una constante alza de precios. Por ejemplo un bolillo que hace un año costaba ochenta centavos se cotiza ya hasta en dos pesos con 50 centavos. Otro ejemplo es la tortilla en donde se discute hasta dónde será necesario otro pacto como el que se hizo a principios de este año.
Paralelamente, según la información oficial, aparecida en la Jornada, la canasta básica ha subido de precio en 34.17 por ciento, de diciembre a la fecha, pero el costo promedio de los alimentos avanzó 36.01 por ciento.
En ese recuento de la Jornada, el precio de un kilogramo de harina de trigo era de 5.25 pesos, y creció a 10.50 pesos, un alza de 100 por ciento; y el pan de caja subió de 13.90 a 19.7, debido a los aumentos del rpecio interncional del trigo.
Los empresarios del campo, a su vez se quejan de que ahora tendrán que pagar el Impuesto Empresarial a Tasa Única, lo que seguramente repercutirá en los precios al consumidor, pues seguramente ellos no lo absorberán de sus aganancias.
Otro asunto grave es que, por ejemplo, Cargill, la transnacional que controla buena parte de la comercialización de maíz en México, y recibe incluso subsidios oficiales, paga a los campesinos con cheques una vez por temporada. ¿Qué va a pasar cuando lleguen al banco? ¿les van a descontar por recibir un cheque anual superior a 20 mil pesos, de aceurdo con la nueva miscelánea fiscal?
Mientras tanto, las autoridades no han marcado, a tres meses de la apertura, una política de estado para la economía de la cuarta parte de la población y para el sector de donde nos alimentamos todos los mexicanos. Como dice el filósofo del metro: A partir de mañana, rebanadas de aire de aire de campo.
*Comentario para Radio Educación/21 de septiembre 2007
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