El filósofo del metro dice:
Si algo huele a
podrido es el gas
Baja en el precio del gas LP
no eliminará la corrupción
Roberto Fuentes Vivar*
Desde
el miércoles pasado se comenzó a aplicar una baja de un peso con 28 centavos al
precio por kilo del gas licuado de petróleo o gas LP, el cual es utilizado como
principal combustible doméstico por una gran mayoría de los mexicanos, alrededor
del 70 por ciento de las familias.
La
medida fue anunciada por la Secretaría de Hacienda y Crédito y ratificada por
la Secretaría de Energía. Se trata de uno de los pocos precios que aún
permanecen bajo control, por lo que la baja en términos generales sí puede
resultar positiva para millones de mexicanos.
Sin
embargo, detrás de ella hay una serie de escándalos que vale la pena mencionar.
Uno de ellos es que las empresas importadoras de gas han tenido ganancias
excesivas al adquirir el producto a muy bajo precio en el exterior y venderlo a
México hasta con 300 por ciento de utilidad.
Para
poner en contexto esta situación, quiere decir que los empresarios mexicanos
que compraban gas LP en el exterior lo compran a menos de cuatro pesos el litro
en el mercado internacional y lo vendían a casi 15 pesos el kilo. Ahora el precio
es de casi 13 pesos, aun así muy por encima del precio internacional del
petróleo.
En
México existen casi mil empresas distribuidoras de gas LP, de todos los
tamaños. Algunas solo surten a una ciudad pequeña, mientras que otras tienen
alcance nacional. Incluso solo hay dos cuyo capital supera los mil millones de
dólares, ambas de dos primos peleados entre sí y que llevan el mismo apellido
Zaragoza.
Uno
de ellos es Miguel Zaragoza Fuentes, de Grupo Zeta que cuenta con el mayor
puerto de distribución de gas LP en el mundo en Manzanillo y quien actualmente
enfrenta litigios personales por su sucesión calculada en dos mil millones de
dólares.
En
términos generales, son muy pocas las empresas distribuidoras de gas LP que
tienen la capacidad de importar. No son más de ocho, entre ellas de las de las
familias Zaragoza. Las demás tienen que comprar el combustible a los
importadores, al precio que les impongan.
Dentro
del mercado, otro de los actores predominantes es Petróleos Mexicanos, que
también importa y vende gas LP a los pequeños y medianos distribuidores. En
este sentido hay otro escándalo relacionado con el combustible, pues algunos
gaseros se quejaron hace unas semanas de que Pemex otorga descuentos de hasta
35 por ciento a algunos distribuidores, de manera discriminatoria. Sin embargo,
esos descuentos no llegaban al consumidor.
Incluso,
el director de Pemex, Transformación Industrial,
Juan Marcelo Parizot Murillo, ha sido ventilado como uno de los posibles
beneficiarios de estos subsidios, pues hay elementos para señalar que se ha
enriquecido rápidamente al grado de contar con una millonaria casa en la que es
vecino de Carlos Salinas de Gortari.
Dentro
de todo el mercado de gas natural, existen tres asociaciones de distribuidores,
de las cuales al menos una, Amexgas Asociación Mexicana de Distribuidores de
Gas Licuado y Empresas Conexas, ya se quejó de la reducción en el precio. Otra de
las distribuidoras es la Asociación de Distribuidores de gas LP del interior
(Adigas), de Rodolfo Figueroa, que defiende los intereses de 74 distribuidores
pequeños y medianos, que ha sido más cautelosa.
Otro
de los contextos en que se presenta esta baja en el precio del gas LP, es que
de acuerdo con la reforma energética ese combustible no es el preferido de las
autoridades, que pretenden imponer el gas natural en todo el país, a través de
las empresas distribuidoras existentes en México, casi todas ellas
transnacionales.
Sin
embargo, el gas LP seguirá siendo el combustible único para millones de
familias que viven en comunidades pequeñas y hasta rurales, a donde no llega ni
llegará el gas natural, porque se requerirían inversiones multimillonarias que
las distribuidoras transnacionales no están dispuestas a realizar.
A
través de la historia contemporánea pocos mexicanos, entre ellos los monopolistas
del gas natural y algunos funcionarios públicos se han enriquecido con el
mercado de gas natural. En este sentido la reducción es positiva, pero definitivamente
no elimina las componendas y el abuso a los consumidores. Incluso no se
descarta que los distribuidores descontentos comiencen a fabricar un desabasto
artificial. Seguramente la corrupción
continuará por mucho tiempo. Como dice el filósofo del metro: si algo huele a
podrido es el gas.
*Comentario para Radio Educación/ 19 de agosto de 2016
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