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Friday, August 26, 2016

El filósofo del metro dice:

Éramos muchos y la
abuela parió triates

La incurable enfermedad
de la economía mexicana

Roberto Fuentes Vivar*

Esta semana se presentaron varios indicadores que nuevamente demuestran que la economía mexicana padece una enfermedad que no puede curarse con aspirinas y cuya gravedad se ha acentuado con medicinas mal administradas como las reformas estructurales.
Para comenzar, el INEGI dio a conocer que el producto interno bruto entre abril y junio tuvo una caída real de 0.2 por ciento, con respecto al trimestre previo. Casi inmediatamente, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público redujo su estimación de crecimiento para la economía mexicana para este año a un rango de entre 2.0 y 2.6 por ciento. Es la tercera revisión oficial a la baja de las expectativas de crecimiento económico. Hace un año exactamente cuando el 26 de agosto de 2015  presentó los criterios generales de política económica para este año situó el crecimiento económico hasta en 3.6 por ciento.
Después de que Hacienda redujo sus expectativas, BBVA Bancomer hizo lo propio y ubicó el crecimiento del PIB  de 2016 en sólo 1.8 por ciento. Algunos otros analistas ya sitúan el avance en únicamente 1.6 por ciento.
Todas estas cifras demuestran que ni la secretaría de Hacienda, ni los analistas oficiales cuentan con una brújula que sea creíble y sus bolas de cristal mediante la cual auguran el comportamiento económico están tan mal calibradas que en este sexenio no han atinado una sola vez.
Para colmo, durante el primer semestre del año, nuestro país registró una histórica salida de capitales por un monto total de 11 mil 368 millones de dólares, de acuerdo con el reporte de la balanza de pagos del Banco de México.
A todo esto se sumó que las tres principales calificadoras internacionales, Standard & Poors, Moodys y Fitch, consideraron decepcionante el comportamiento de la economía mexicana y hasta la primera rebajó la calificación de la deuda mexicana y la segunda previó que en la segunda mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto no habrá crecimiento económico superior a tres por ciento.
Pero ahí no terminan las malas noticias. Esta mañana el INEGI dio a conocer la información de la balanza comercial al cierre de julio, con un déficit comercial de mil 827 millones de dólares, con lo que el desequilibrio en los primeros siete meses del año llega a casi nueve mil millones de dólares.
Según este informe, las exportaciones petroleras mexicanas en julio cayeron 22 por ciento, las manufactureras (que se supone que son el pilar de la economía) descendieron nueve por ciento y las automotrices 10.5 por ciento. Las únicas ventas externas que muestran un ritmo ascendente son las agropecuarias que crecieron nueve por ciento en los primeros siete meses del año.
Y quizá la peor noticia de todas es que precisamente las únicas exportaciones que están creciendo, es decir las agroalimentarias, que este año superarán a las petroleras y a las remesas como fuente de divisas, al llegar a 30 mil millones de dólares, se encuentran amenazadas.
Resulta que el 18 de septiembre, entra en vigor pues el 18 de septiembre entra en vigor la Ley de Modernización de la Inocuidad de los Alimentos, mediante la cual Estados Unidos prohibirá la entrada de cualquier producto que no esté certificado.
Se trata, según los especialistas de la empresa suiza SGS, del mayor cambio normativo de Estados Unidos en 70 años y obliga a los productores mexicanos de agroalimentos a cumplir con requisitos que abarcan desde el agua que se usa para la agricultura, hasta los uniformes que deben tener quienes procesan alimentos.
La ley fue firmada por Barak Obama en octubre de 2011, por lo que los productores y exportadores mexicanos tuvieron cinco años para modernizarse. Sin embargo, de ocho mil exportadores registrados ante la administración estadounidense de drogas y alimentos, menos de 800 han iniciado los cambios para obtener su certificación, a menos de un mes de que entre vigor esta nueva ley proteccionista.
La ley incluye productos que han logrado el boom de las exportaciones agroalimentarias mexicanas como el tomate, el aguacate, las berries, las hortalizas y hasta al mezcal o el tequila, pero ni la secretaría de Agricultura ni el Servicio Nacional de Inocuidad y Calidad Alimentaria están conscientes ni han tomado las medidas necesarias.
Si las únicas exportaciones que crecen son las agroalimentarias y se les cierra su principal mercado ¿qué va a suceder con el mercado exterior mexicano que se supone que es el pilar de la economía? Dice el filósofo del metro: éramos muchos y parió la abuela, pero parió triates.


*Comentario para Radio Educación/26 de agosto de 2016



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