El filósofo del metro dice:
Éramos muchos y la
abuela parió triates
La incurable enfermedad
de la economía mexicana
Roberto Fuentes Vivar*
Esta
semana se presentaron varios indicadores que nuevamente demuestran que la
economía mexicana padece una enfermedad que no puede curarse con aspirinas y
cuya gravedad se ha acentuado con medicinas mal administradas como las reformas
estructurales.
Para
comenzar, el INEGI dio a conocer que el producto interno bruto entre abril y
junio tuvo una caída real de 0.2 por ciento, con respecto al trimestre previo.
Casi inmediatamente, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público redujo su
estimación de crecimiento para la economía mexicana para este año a un rango de
entre 2.0 y 2.6 por ciento. Es la tercera revisión oficial a la baja de las
expectativas de crecimiento económico. Hace un año exactamente cuando el 26 de
agosto de 2015 presentó los criterios
generales de política económica para este año situó el crecimiento económico
hasta en 3.6 por ciento.
Después
de que Hacienda redujo sus expectativas, BBVA Bancomer hizo lo propio y ubicó
el crecimiento del PIB de 2016 en sólo
1.8 por ciento. Algunos otros analistas ya sitúan el avance en únicamente 1.6
por ciento.
Todas
estas cifras demuestran que ni la secretaría de Hacienda, ni los analistas
oficiales cuentan con una brújula que sea creíble y sus bolas de cristal
mediante la cual auguran el comportamiento económico están tan mal calibradas
que en este sexenio no han atinado una sola vez.
Para
colmo, durante el primer semestre del año, nuestro país registró una histórica
salida de capitales por un monto total de 11 mil 368 millones de dólares, de
acuerdo con el reporte de la balanza de pagos del Banco de México.
A
todo esto se sumó que las tres principales calificadoras internacionales,
Standard & Poors, Moodys y Fitch, consideraron decepcionante el
comportamiento de la economía mexicana y hasta la primera rebajó la
calificación de la deuda mexicana y la segunda previó que en la segunda mitad
del sexenio de Enrique Peña Nieto no habrá crecimiento económico superior a
tres por ciento.
Pero
ahí no terminan las malas noticias. Esta mañana el INEGI dio a conocer la
información de la balanza comercial al cierre de julio, con un déficit
comercial de mil 827 millones de dólares, con lo que el desequilibrio en los
primeros siete meses del año llega a casi nueve mil millones de dólares.
Según
este informe, las exportaciones petroleras mexicanas en julio cayeron 22 por
ciento, las manufactureras (que se supone que son el pilar de la economía)
descendieron nueve por ciento y las automotrices 10.5 por ciento. Las únicas
ventas externas que muestran un ritmo ascendente son las agropecuarias que
crecieron nueve por ciento en los primeros siete meses del año.
Y
quizá la peor noticia de todas es que precisamente las únicas exportaciones que
están creciendo, es decir las agroalimentarias, que este año superarán a las
petroleras y a las remesas como fuente de divisas, al llegar a 30 mil millones
de dólares, se encuentran amenazadas.
Resulta
que el 18 de septiembre, entra en vigor pues el 18 de septiembre entra en vigor
la Ley de Modernización de la Inocuidad de los Alimentos, mediante la cual
Estados Unidos prohibirá la entrada de cualquier producto que no esté
certificado.
Se
trata, según los especialistas de la empresa suiza SGS, del mayor cambio normativo
de Estados Unidos en 70 años y obliga a los productores mexicanos de
agroalimentos a cumplir con requisitos que abarcan desde el agua que se usa
para la agricultura, hasta los uniformes que deben tener quienes procesan
alimentos.
La
ley fue firmada por Barak Obama en octubre de 2011, por lo que los productores
y exportadores mexicanos tuvieron cinco años para modernizarse. Sin embargo, de
ocho mil exportadores registrados ante la administración estadounidense de
drogas y alimentos, menos de 800 han iniciado los cambios para obtener su
certificación, a menos de un mes de que entre vigor esta nueva ley
proteccionista.
La
ley incluye productos que han logrado el boom de las exportaciones
agroalimentarias mexicanas como el tomate, el aguacate, las berries, las
hortalizas y hasta al mezcal o el tequila, pero ni la secretaría de Agricultura
ni el Servicio Nacional de Inocuidad y Calidad Alimentaria están conscientes ni
han tomado las medidas necesarias.
Si
las únicas exportaciones que crecen son las agroalimentarias y se les cierra su
principal mercado ¿qué va a suceder con el mercado exterior mexicano que se
supone que es el pilar de la economía? Dice el filósofo del metro: éramos
muchos y parió la abuela, pero parió triates.
*Comentario para Radio Educación/26 de agosto de 2016
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