El filósofo del metro dice:
No es extraño
el primer año
sí hace daño
Caída de la economía en 2019
Igual que en sexenios anteriores
Roberto Fuentes Vivar*
Ayer El Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEG) presentó la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto
(PIB) Trimestral, los cuales confirman (aunque preliminarmente) que el año
pasado no hubo crecimiento económico, sino un decrecimiento anual de 0.3 por
ciento en el cuarto trimestre o de 0.1 por ciento en 2019, con relación al año
anterior.
Estos datos seguramente avivarán de nuevo y con
mayor enjundia la polémica en el sentido de si estamos o no en recesión.
Como sea, si vale la pena analizar esta caída de la
economía, desde varios puntos de vista que confluyen, directa e indirectamente.
En primer lugar, hay que tomar en cuenta el entorno
económico global, en el cual la economía de toda América Latina se encuentra estancada,
al grado de que el Fondo Monetario Internacional calcula que el año pasado el
crecimiento del subcontinente fue nulo, por lo que advierte graves presiones
sociales. Este freno a la economía se agudiza principalmente en los sectores
industrial y comercial, que son los pilares de la economía mexicana desde hace
seis sexenios, cuando se inició la globalización. Tan solo las exportaciones
representan 63 por ciento del PIB.
Otro de los factores que hay que analizar es la
economía interna y aquí hay varios aspectos interesantes. El primero es que la
iniciativa privada prácticamente se negó a invertir el año pasado y en este
sentido los empresarios son corresponsables de este decrecimiento en 2019.
Incluso no sólo no invirtieron, sino que bloquearon proyectos emprendidos por
el gobierno federal.
Por eso, esta semana se tuvo que crear la figura de
un coordinador de gabinete económico que recayó en Alfonso Romo. La idea es que
él, como empresario, intente convencer a la iniciativa privada para reactivar
la inversión.
Otro de los elementos internos que hay que tomar en
cuenta es que el propio gobierno también ha incurrido en la falta de inversión,
sobre todo para infraestructura, a lo que se añade el posible subejercicio de
presupuesto en algunas áreas económicas.
Además del entorno internacional y de los aspectos económicos
per se, hay otro elemento que tiene que ver con el nulo crecimiento del año
pasado, es el político.
En este sentido hay que señalar que los primeros años
de gobierno no han sido siempre exitosos y menos aun cuando hay cambios, ya sea
de modelo económico o de partido en el poder, pues generalmente al iniciar un
sexenio se presenta un ajuste.
Incluso el subgobernador del Banco de México,
Gerardo Esquivel, señala que el fenómeno de escaso o nulo crecimiento económico
se ha registrado en nueve de los últimos 10 cambios de gobierno. Sin embargo,
hay casos muy concretos al respecto:
Así, por ejemplo en el primer año de gobierno de
Miguel de la Madrid, cuando no solo cambio el gobierno sino el modelo
económico, el PIB cayó 4.3 por ciento respecto al año anterior; durante el
primer año de Ernesto Zedillo, el descenso fue de 6.3 por ciento, y en el
primero de Vicente Fox, cuando además de cambio de gobierno hubo cambio de
partido en el poder disminuyó 0.4 por ciento.
Hay que recalcar que cuando ha habido un cambio de
modelo económico el descenso duró más de un año, como en el sexenio de Miguel
de La Madrid, cuando se inició el camino hacia el neoliberalismo, y hubo
estancamiento durante los seis años.
En el caso actual, es comprensible que en el primer
año de Andrés Manuel López Obrador haya este ligero decrecimiento, sobre todo
porque se ha tenido que enfrentar a boicots y sabotajes por parte de personas y
grupos afectados por el cambio de modelo.
En lo que se refiere a si estamos o no en recesión:
hay dos puntos de vista. Uno que señala que se entra en recesión cuando se
acumulan tres trimestres consecutivos con decrecimiento. Bajo este concepto sí
puede señalarse que estamos en recesión prácticamente desde junio de 2018.
La otra acepción, más amplia, indica que la recesión
significa una caída del crecimiento económico, aunada a un mal comportamiento
en otros indicadores, como el empleo, el comercio, las finanzas. En este
concepto no estamos en recesión y al respecto valgan dos datos: Ayer
presentaron sus reportes anuales dos bancos, BBVA y Santander, ambos tuvieron
un crecimiento de más de 8 por ciento en sus utilidades.
Otro ejemplo, el comercio: Walmart reportó que sus
ventas comparables aumentaron 5.4 por ciento, la Asociación Nacional de Tiendas
de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), registró un crecimiento de 3.6 por
ciento en sus ventas y las tienditas de la esquina, incrementaron sus ventas 7.3
por ciento en 2019.
Si el comercio y las finanzas tuvieron un buen año,
quiere decir que no existe recesión en el sentido amplio de la palabra, aunque
sí hay un estancamiento, como cuando se iniciaron muchos sexenios: Dice el
filósofo del metro: No es extraño, el primer año sì hace daño.
*Comentario para Radio Educación/31 de enero de 2020
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