El filósofo del metro dice:
Tras muchos años de engaños
¿de qué tamaño son los daños?
Dejaron a CFE y Pemex en la ruina
y subsidiando a grandes empresas
Roberto Fuentes Vivar*
Apenas dos años después de que tomó posesión el
presidente Andrés Manuel López Obrador, están comenzando a salir a la luz
públicos muchos de los detalles sobre la
forma en que los gobierno anteriores dejaron comprometido el futuro de las
empresas paraestatales.
En lo policiaco todavía falta mucho por conocer tan
sólo del caso Odebrecht y ya vimos hace unos días como el propietario de Altos
Hornos de México se ofreció a pagar 200 millones de dólares para resarcir, a
medias, los daños ocasionados por la fraudulenta operación de Agronitrogenados.
Pero quizá los daños más graves de la famosa reforma
energética aprobada a principios del sexenio Enrique Peña Nieto, fueron
expuestos en toda su magnitud ayer, durante el parlamento abierto para discutir
la reforma eléctrica o contrarreforma energética propuesta por el actual
gobierno. Sobre ella, prácticamente en su reaparición, el presidente López
Obrador dijo que no debería modificársele ni una coma.
Pero vayamos a los datos de ayer. Según la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) el esquema vigente de contratos con los
productores independientes de energía representa un daño a la nación que se
calcula en 412 mil millones de pesos por subsidios, riesgos cambiarios y de
inflación, problemas jurídicos y tarifas crecientes.
De esta cantidad, los subsidios a las productoras
independientes son de casi 250 mil millones de pesos y de este monto, por
ejemplo, la española Iberdrola se lleva 56 mil 175 millones corresponden
exclusivamente a la trasnacional Iberdrola por la operación del parque eólico
La Venta, en Oaxaca.
El esquema de privatización eléctrica fue de tal manera
grave que en síntesis se hizo un esquema en el cual la CFE les compra la
energía que producen y los subsidia de diversas maneras, con cargo a todos los
mexicanos, además de que se aprobaron proyectos supuestamente verdes o no
contaminantes en los que se ejerció un abuso total contra los propietarios de
las tierras en que se instalaron.
Nada más basta ver lo que ha sucedido en Oaxaca, en
donde varias empresas (la mayoría transnacionales españolas, construyeron parques de energía eólica,
pagando cifras ridículas a los campesinos afectados. Solo el uno por ciento de
sus ganancias, cuando en otros países se cuadruplica la cifra. Esto ha
ocasionado graves problemas en la zona del Istmo de Tehuantepec,
particularmente en poblaciones zapotecas o huaves.
Pero volviendo al parlamento abierto, varios
diputados y directivos de la Comisión federal de Electricdad, señalaron la
urgencia de “poner fin al saqueo de un pequeño grupo de particulares, de
gángsters que se han hecho intensamente ricos” con los contratos obtenidos al
amparo de la reforma energética del sexenio pasado.
Expusieron incluso a estos generadores privados se
les paga subsidios aunque no produzcan ni vendan energía a la empresa
paraestatal (o empresa productiva del estado, como le denominó a raíz de la
reforma energética).
Incluso el director de finanzas de la CFE, Edmundo
Sánchez Aguilar, explicó que no hay libre competencia en el sector eléctrico,
sino un monopolio de un grupo muy chiquito de empresas y estimó que sin
subsidiar a las grandes empresas extranjeras productoras, de los que llamó este
grupúsculo de hampos, las tarifas podrían bajar 20 o 30 por ciento, que
equivaldría a una disminución de 140 mil millones de pesos en beneficio del
bolsillo del pueblo mexicano.
En síntesis, en el caso de la CFE, la reforma
energética subsidió a granes empresas nacionales y extranjeras, para que se
tomaran la foto e hicieran campañas de relaciones públicas como generadores de
energías limpias.
El caso de Petróleos Mexicanos es todavía más
graves, pues se entregó a este gobierno una empresa prácticamente quebrada. Me
llamó la atención esta semana que la Fundación de Estudios Financieros presentó
un estudio sobre la emepreempresalera del estadio.
En este estudio plantea tres opciones para el
Gobierno sobre cómo apoyar a la empresa: 1.- El Apoyo necesario para que no
incumpla con sus obligaciones financieras y cubrir las pérdidas de operación.
Esto tendría un costo de 2 a 3 puntos del PIB que el Gobierno tendría que
financiar en los próximos cinco años. 2) Adicional a cubrir los conceptos
anteriores, se da apoyo para mantener un nivel adecuado de inversión. Esto
tendría un costo estimado de 4 a 6 puntos del PIB a financiarse los próximos
cinco años. c) Reestructuración profunda separando el segmento de exploración
del resto de la empresa, con el Gobierno asumiendo el pasivo laboral y parte de
la deuda financiera. El costo de este saneamiento sería de entre 10 a 12 puntos
del PIB y se tendrían que asumir los pasivos en el corto plazo.
Este grupo privado de analistas, tomando en cuenta
estos datos, señala que para una reestructuración y salvamento completo de
Pemex, se necesitarían más de dos billones de pesos,
¿Cómo habrán dejado a Pemex y a la CFE los gobiernos anteriores que ahora
necesita un apoyo superior, en pesos y centavos, a lo que perdió la economía mexicana
en su conjunto en 2020 por la pandemia?
Dice el filósofo del metro: tras seis años de engaño
¿de qué tamaño son los daños?
*Comentario para Radio Educación/12 de febrero de 2021
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