El filósofo del metro dice:
La enajenación es la
globalifilia de los
medios de incomunicación
Comenzó la fiesta del futbol
Roberto Fuentes Vivar*
Finalmente, ya se inició la fiesta.
La fiesta del futbol.
Una fiesta en la que como dice Joan Manuel Serrat se nos olvida el bien y el mal y el noble y el villano bailan y se dan la mano
Una fiesta con nacionalitis en la que se inflama la glándula del nacionalismo, un nacionalismo ramplón, facilón, que nada tiene que ver con un bicentenario o un centenario y en el que cada minuto los conductores televisivos obligan a los fanáticos en pantalla a gritar un Viva México desentonado.
Una fiesta en la que Sudáfrica olvida su pobreza, sus desequilibrios sociales y es, nada más, la anfitriona, productora de oro y de diamantes.
Una fiesta en la que quien debió ser el protagonista principal, Nelson Mandela, no estuvo presente porque un automovilista que andaba de fiesta atropelló a su bisnieta.
Una fiesta en la que nadie se acordó del cantante de ópera que iba a actuar pero murió días antes de la inauguración del mundial.
Una fiesta en la que unos 15 mil millones de dólares bailan al ritmo de un balón.
Una fiesta en la que las marcas hacen su agosto en junio.
Una fiesta en la que un fraude unos 400 millones de pesos dejó varados en el aeropuerto a unos 200 mexicanos.
Una fiesta en la que los intereses económicos están por encima de todo y la agencia de viajes que defraudó a quienes deseaban ir a Sudáfrica se anuncia como socia de Televisa Radio.
Una fiesta en la que las televisoras se pelean el rating haciendo que la comunicación sea de todo menos social.
Una fiesta en la que tres países mineros estuvieron representados en la cancha: Sudáfrica, México y Usbekistán, sin importar el trato infrahumano que se da a los mineros en cada una de esas naciones.
Una fiesta en la que no existe competencia comercial porque los dos equipos en el campo portan uniforme de la misma marca.
Una fiesta a la que asistió Felipe Calderón y como dijo un legislador priista solo le llevó la mala suerte a la selección y, para colmo, se murió la bisnieta del personaje que sería condecorado por el gobierno mexicano.
Una fiesta en la que las calles estuvieron vacías por varias horas para hacer el viernes laboral más corto de la historia.
Una fiesta en la que los fanáticos acuden al zócalo para no sentirse solos en su nacionalitis.
Una fiesta en la que la publicidad no es de anunciantes sino de socios comerciales.
Una fiesta para tomar Coca-Cola o cerveza Budweiser, comer en McDonalds o simplemente comprar una pantalla Sony para endeudarse conVISA..
Una fiesta en la que estuvo ausente el reggae clásico Welcome Home Nelson Mandela.
Una fiesta en la que quienes cumplieron el sueño mexicano de asistir a Sudáfrica gritaban Bafana, Bafana, pásame a tu hermana.
Una fiesta en la que el resultado del primer partido es un resultado de negocios. Nada para nadie o todo para todos.
Una fiesta en la que todos losbaen pero nadie lo grita: se ve se siente, la globalización está presente.
¿Y la crisis?
¿Cuál crisis?
Como dice el filósofo del metro: la enajenación es la globalifilia de los medios de incomunicación.
*Comentario para Radio Educación/11 de junio de 2010
.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home