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Friday, October 22, 2010

El filósofo del metro dice:

Seamos reaistas
exijamos lo imposible:
una jubilación digna


De la primavera al otoño de París


Roberto Fuentes Vivar*
Vivimos en un mundo globalizado, convulsionado y enrarecido, en el cual se está gestando algo que podría bautizarse el otoño de París, en el que los viejos luchadores de 1968 retoman las calles para pedir nuevamente el respeto a sus derechos.
En 1968, en Francia –no precisamente en París- comenzó un movimiento que más tarde se globalizó a tal grado que se sintetizó en dos frases: la primavera de París y seamos realistas exijamos lo imposible.
El movimiento estudiantil que nació en enero de ese emblemático año en Nanterre se extendió a París y más tarde a muchos países. Hubo manifestaciones en Estados Unidos, España y países latinoamericanos como México. Terminó con una represión generalizada por parte de las autoridades de los distintos países, pero sí tuvo logros, pues prácticamente muchos de los derechos humanos se lograron gracias a ese movimiento mundial.
Hoy Francia está convulsionada. Trabajadores y estudiantes han sido capaces de paralizar aeropuertos, universidades, medios de comunicación y hasta el suministro de gasolina en una tercera parte de las estaciones de servicio.
La protesta concreta es en contra de que se aumente la edad de jubilación de 60 a 62 años. En las manifestaciones seguramente están presentes muchos de los activistas de 1968 quienes serán los primeros perjudicados por la Ley promovida por el presidente francés Nicolás Sarkozy. Hace 42 años tenían 18 años de edad, hoy 60, exactamente la edad de jubilación. Pero al movimiento en Francia se le suman las protestas por una nueva ley que afecta los contratos laborales de los jóvenes.
En 1968, la guerra era en contra del establishment y aunque no se mencionaba directamente muchos lucharon contra las reglas injustas que en materia económica dictaba ya el Fondo Monetario Internacional.
Hoy, los franceses están en contra, nuevamente de las imposiciones del Fondo Monetario Internacional que pretende, a nivel mundial, alargar la vida laboral de los trabajadores porque los sistemas de jubilación creados por ese organismo están en quiebra.
Pero en el contexto de este otoño de París, en el que precisamente los manifestantes luchan por tener un otoño de la vida digno, se encuentran también descontentos en varias partes del mundo. En España hay manifestaciones en contra de los ajustes presupuestales, lo mismo en Grecia, en Italia o en Irlanda. Estos recortes presupuestales, también son dictados por el Fondo Monetario Internacional. Hay otras manifestaciones como la de ayer en Argentina, por la muerte de un estudiante que protestaba por el maltrato a ferrocarrileros. Y seguramente habrá protestas en Gran Bretaña por el despido de 450 mil burócratas.
Mientras tanto el FMI; en vez de voltear los ojos hacia la sociedad descontenta, parece estar apoyando la guerra de divisas, al exigir a China que revalúe su moneda, mientras que en esta guerra se han apostados miles de millones de dólares en contra del euro y a favor del dólar. ¿Cómo? En los mercados a futuros. Es decir que además de las presiones del FMI para revaluar o devaluar una moneda, los especuladores ya han tomado partido para que el dólar se fortalezca, y posiblemente el peso de la mano de la divisa estadunidese,.
En fin, en este mundo el capital, el gran capital sigue especulando, mientras que a los veteranos de 1968, les niegan sus derechos. Por eso precisamente es muy probable que el otoño de París se extienda a muchos países, como sucedió en el emblemático 1968. Como dice el filósofo del metro: seamos realistas exijamos lo imposible. Una jubilación digna.

*Comentario para Radio Educación/22 de octubre de 2010

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