El filósofo del metro dice:
Cuando engorda la Bolsa
adelgazan los bolsillos
Imparable la agflación en México
Roberto Fuentes Vivar*
Esta semana se produjeron varias noticias que tienen que ver y mucho con lo que se ha llamado la agflación, es decir el encarecimiento de alimentos y productos agropecuarios. Para ser más directo, todas estas informaciones nacionales y extranjeras dan cuenta de que los precios de los alimentos de primera necesidad de los mexicanos suben de manera galopante, ante la indiferencia de las autoridades.
Para empezar, ayer se informó que la inflación en julio fue de 0.56 por ciento, según la medición que realiza mensualmente el INEGI. Sin embargo el alza de precios en productos agropecuarios y alimenticios fue de 2.99 por ciento, es decir seis veces más que el indicador general. Este aumento fue motivado principalmente por las cotizaciones del huevo y del pollo.
Esto quiere decir, en términos generales, que la población de menores recursos tuvo más dificultades para poder adquirir los satisfactores necesarios para vivir, pues el 10 por ciento de la población más pobre destina hasta el 60 por ciento de su gasto a la alimentación.
Otra noticia, que precisamente tiene que ver con el pollo, el alimento que más ha subido de precio según el INEGI, es que la secretaría de Economía cerró las fronteras, imponiendo aranceles extraordinarios, a las importaciones de pierna y muslo de pollo de Estados Unidos. Con esta medida dejarán de entrar 250 mil toneladas de alimento barato a nuestro país, lo que ocasionará un aumento de 25 por ciento adicional en el precio del pollo. La medida fue para beneficiar a la empresa Bachoco que ahora podrá imponer precios a su arbitrio.
Pero quizá la noticia más grave es que en Estados Unidos, principal exportador mundial de maíz y principal proveedor de la materia prima para la tortilla mexicana, los cultivos de maíz están dañados en 88 por ciento, lo que seguramente provocará una escalada de precios en este grano, básico para la alimentación de los mexicanos.
Hay que recordar que, a raíz de las políticas adoptadas en 1994, cuando entro en vigor el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, México principal consumidor mundial de maíz y también principal importador del grano, abandonó los cultivos para importar porque supuestamente salía más barato.
Aunado a este gris panorama de los cultivos estadounidenses y mexicanos –porque hay que recordar que el año pasado se pedieron 70 por ciento de las cosechas maiceras- el gobierno de Estados Unidos informó que nuestro país importó un millón 516 mil toneladas de maíz, la cuarta mayor compra de granos de la historia mundial.
Sin embargo, de acuerdo con los secretarios de Economía y Agricultura, Bruno Ferrari y Francisco Mayorga, nadie sabe dónde está el maíz ni quién lo compró, por lo que seguramente fue una adquisición que servirá para especular con los precios en detrimento de la población mexicana.
Mientras tanto, las noticias internacionales sobre la producción de alimentos continuaron y los expertos prevén que la crisis alimentaria durará por lo menos 10 años más, porque a raíz de que en 2008 se acabaron las reservas mundiales de alimentos, se rompió el equilibrio entre la oferta y la demanda y el merad quedó en manos de especuladores, además de que se da prioridad a la utilización de granos para generar bicombustibles por encima de la alimentación.
En síntesis, la dependencia alimentaria de México en materia de alimentos y principalmente de maíz es cada vez mayor con la complacencia de las autoridades que siguen a pie juntillas una política económica de desmantelar el campo.
Esta política, una vez más está demostrando su fracaso, mientras que los mexicanos estamos expuestos a un nuevo fenómeno llamado agflación, que afecta directamente a los bolsillos. Como dice el filósofo del metro: cuando engordan la bolsa adelgazan los bolsillos.
*Comentario para Radio Educación/ 10 de agosto de 2012
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