El filósofo del metro dice:
No hay nada más oscuro
que no creer en el futuro
Aceptar la reducción de la OPEP
hubiera sido un balazo en el pie
Roberto Fuentes Vivar*
Las reuniones que se sostienen entre los países
petroleros del mundo para reducir la producción global en 10 millones de
barriles diarios, adquieren una importancia crucial para nuestro país, en este
momento en el que la economía nacional está agobiada por el Coronavirus.
En principio parece ser que existe ya un acuerdo
para esta reducción, lo que podría estabilizar el mercado de crudo y aumentar
los precios, para evitar que un litro de petróleo sea más barato que un litro
de agua embotellada, como ha sucedido en días pasados.
En el caso concreto de nuestro país, la Organización
de Países Exportadores de Petróleo y sus agregados como Rusia, impusieron una
reducción de 400 mil barriles diarios, lo cual no fue aceptado y el gobierno
mexicano se mantuvo firme en reducir únicamente 100 mil barriles diarios.
Finalmente, tras una conversación entre el
presidente mexicano y su homólogo estadounidense, Donald Trump, se acordó que
el país vecino del norte reduzca su producción en 250 mil barriles diarios
adicionales, con lo que la contribución de México a la baja mundial quedó en
350 mil barriles diarios.
Lamentablemente la actitud del gobierno mexicano y
concretamente de la secretaria de energía, Rocío Nahle, fue considerada de
esquirolaje, principalmente por quienes durante las más recientes dos décadas
se encargaron de destruir la industria petrolera y principalmente a Petróleos
Mexicanos.
¿Qué hubiera pasado si México hubiera aceptado
reducir en 400 mil barriles diarios su producción? Definitivamente hubiera sido
como darnos un balazo en el pie o definitivamente echar por la borda uno de los
principales programas del actual gobierno que busca lograr un repunte de la
industria petrolera nacional.
Vamos a ver un poco la realidad mexicana. En primer
lugar desde hace años México, además de ser exportador de petróleo se ha
convertido en importador. Nada más para dar una idea, desde 2015 nuestro país
firmó acuerdos para importar 100 mil barriles diarios de crudo ligero de
Estados Unidos para procesarlo en nuestras obsoletas refinerías. Tan sólo en
2019 importamos más de un millón de barriles para ese fin.
En este sentido, hay que tomar en cuenta otros
aspectos por los cuales México no podía aceptar la reducción impuesta por los
demás países petroleros. Nuestro país logró ubicarse hace poco más de dos
décadas como el sexto productor de crudo del mundo, con el abandono a esta
industria pasó pelear el lugar 13 o 14, al ser superado, en distintas épocas
por Brasil, Nigería y otros países.
En ese entornó, desde que tomó posesión el
presidente López Obrador, se convirtió en un proyecto prioritario la
reconfiguración de la industria petrolera, para aumentar la producción de crudo
y refinarlo de tal manera que dejemos de ser importadores netos de gasolinas.
Tan sólo el domingo pasado el presidente dijo que el
país se disponía a enviar 400 mil barriles diarios al sistema de refinación
nacional. Si esa cifra la dejamos de producir, automáticamente quedaría
invalidado cualquier proyecto para reducir la importación de gasolinas.
Otro elemento que debe tomarse en cuenta es que por
primera vez, Petróleos Mexicanos comenzará a trabajar con menos impuestos por
las leyes aprobadas el año pasado en el Poder Legislativo. Bajar el nivel de
producción definitivamente eliminaría ese beneficio para Pemex.
En términos generales, México reducirá su producción
de un millón 781 mil barriles a un millón 681 mil barriles, lo que puede
permitir un equilibrio para lograr la reconversión de la industria petrolera
nacional y la contribución al mercado global para estabilizar los precios del
crudo.
Desgraciadamente, los técnicos que promovieron la
baja en la producción de 400 mil barriles diarios para México, parecen
desconocer la realidad nacional y propusieron una cifra que definitivamente era
inviable en estos momentos en los que se busca rescatar una industria que
parecía perdida y para la cual existen proyectos a futuro, como los que anunció
el pasado domingo el presidente López Obrador, como uno de los puntos para la
recuperación económica tras la crisis del Coronavirus.
Algo que parece ser la tesis de quienes están en
contra de que México se haya mantenido firme en solo reducir 100 mil barriles
diarios, es que sale más barato importar petróleo que producirlo. Esta tesis es
muy similar a la que se manejó sobre el maíz desde que se negoció el primer
Tratado de Libre Comercio. Es más barato comprar que producir.
Los resultados hoy están a la vista de todos, México
es el principal mundial de maíz y la soberanía alimentaria está vulnerada por
eso. ¿Queremos que pase lo mismo con el petróleo? Quizá lo más preocupante de
todo este caso es ¿Cómo nos cobrará Estados Unidos a futuro el favor de
apoyarnos? Dice el filósofo del metro:.No hay nada más oscuro que no apostar
por el futuro.
*Comentario para Radio Educación/ 10 de abril de 2020
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