El filósofo del metro dice:
Cuando algo está podrido
se dice que huele a gas
El caso de la dependencia
de gas para la electricidad
Roberto Fuentes Vivar*
Lo que ha sucedido esta semana con las limitaciones
de energía eléctrica por la falta de suministro de gas de Texas, es quizá la
prueba mayor del fracaso de la política energética de los gobiernos
neoliberales.
Este apagón de gas se presenta precisamente en el
momento en que en la Cámara de Diputados se discute y seguramente hoy se
aprobará en comisiones, la nueva ley de energía eléctrica que busca dar marcha
atrás a medidas de años anteriores que privilegiaron al capital privado en
detrimento de la Comisión federal de Electricidad
Vale la pena hacer un poco de historia. En 1977,
dentro de la abundancia petrolera de José López Portillo, se planeó hacer el gasoducto
Cactuz-Reynosa para surtir de gas a Texas desde la zona petrolera de Tabasco-Campeche.
El proyecto fracasó por muchos motivos.
Pocos años más tarde comenzó la política neoliberal
tendiente a desmantelar poco a poco las empresas paraestatales y ya en las
negociaciones del Tratado del Libre Comercio de América del Norte, aunque el
tema energético no estuvo abiertamente en las mesa, la política de gas natural,
al igual que la del maíz, fue “para que producirlo, si lo podemos importar más
barato”.
Ya en el sexenio pasado se concretó la reforma
energética neoliberal y el resultado es que hoy México depende del gas natural
de Texas para producir energía eléctrica para todos los mexicanos. Es decir que
en menos de 40 años pasamos de ser un país con potencial exportador de gas, a
ser netamente importador y, por lo tanto dependiente.
¿Y que sucede ahora cuando se intenta recuperar la
soberanía energética? Pues nada menos que además de la pérdida de soberanía,
manifestada en el episodio del gas texano, la empresa paraestatal gasta casi
medio billón de pesos en financiar a productores privados, principalmente
extranjeros.
Por eso, la reforma eléctrica que se discute en la
Cámara de Diputados intenta fortalecer a la CFE con miras a lograr, quizá no de
manera inmediata, la soberanía eléctrica.
Lamentablemente la iniciativa se ha enfrentado a una
guerra sucia por parte de los intereses afectados. Nada más esta semana se dio
a conocer una carta supuestamente firmada por 10 cámaras empresariales
extranjeras, en la que le piden al presidente Andrés Manuel López Obrador que dé
marcha atrás a su iniciativa.
Pero, como muchas noticas falsas o fake news que
envenenan todos los días las redes sociales y hasta algunos medios de comunicación,
la carta fue desmentida por las supuestas cámaras firmantes que a una a una se fueron
deslindando de la misiva.
Es cierto que sí hay molestia en muchas empresas
extranjeras por lo que les puede pasar con la ley de la Industria Eléctrica la
cual seguramente será aprobada totalmente en breve. Pero también es cierto que muchos
empresarios extranjeros siguen confiando en México y están dispuestos a
invertir, como lo demuestran las cifras de la inversión extranjera durante 2020
que ayer dio a conocer la Secretaría de Energía y cuya caída es menor al
promedio mundial.
En fin estamos viviendo el recuento de los daños y
las consecuencias de una política que desmanteló al sector energético para
convertirnos en importadores netos, sin soberanía alguna. Por eso, dice el
filósofo del metro. Cuando algo está podrido se dice que huele a gas.
*Comentario para Radio Educación/ 19 de febrero de 2021
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