El filosofo del metro dice:
Me duele la garganta
pero no por virus
sino por miedo
Inoculan el virus del miedo a los mexicanos
Roberto Fuentes Vivar*
Esta semana los mexicanos perdimos la capacidad de asombro.
Por la emergencia decretada ante la aparición del virus de influenza humana, la sociedad enmudeció de miedo y los ciudadanos fuimos confinados a una especie de estado de sitio.
Perdimos la capacidad de asombro cuando no nos asombramos porque los trabajadores fueron obligados a permanecer en sus casas sin poder manifestarse masivamente en su día, en un momento en que la crisis económica nacional obliga precisamente a los trabajadores a pagar la parte más pesada del colapso financiero mundial.
Perdimos la capacidad de asombro cuando no nos asombramos porque la actividad económica muestra su caída más drástica en décadas, al retroceder el superíndice mexicano 10.6 por ciento y el producto interno bruto estadunidense más de 6 por ciento, con las consecuencias sociales que significa ese desplome.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque los niños en su día perdieron la risa y tuvieron que se ser recluidos en sus hogares sin ver el cielo ni poder hacer una travesura con un compañero de colegio.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque nos prohibieron reunirnos con un amigo en un café, en lo que podría ser la primera vez en la historia contemporánea en que ni siquiera un sanborns está abierto para matar la soledad en una conversa con alguien conocido.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque un decreto emitido de manera unilateral permite –ojalá sea solo temporalmente- violar la intimidad de un hogar sin órdenes de cateo.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque la cámara de diputados aprobó una ley mediante la cual se viola la iniciativa de la sociedad para iniciar acciones colectivas en contra de empresas o del sector público, negando los derechos ciudadanos.
Perdimos la capacidad de asombro, al no asombrarnos porque la rapacidad de algunos comerciantes e industriales farmacéuticos lucran con las necesidades de la sociedad.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque desde hace cuatro años los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá tienen como prioridad dentro del Acuerdo para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte –textualmente-luchar contra una epidemia de influenza humana.
Perdimos la capacidad de asombro al no asombrarnos porque se nos acabó la voz. Como dice el filósofo del metro: me duele la garganta, pero no por gritar sino por miedo.
Comentario para Radio Educación/1 de mayo de 2009
1 Comments:
Y con toda esa pérdida de la capacidad de asombro se fueron las ideas, nos quedamos observando como la vida pasa... estar en casa es como recluirnos en nosotros mismos... no nos asombra lo que pasa, porque no importan los demás. La desconfianza hacia el otro se hace más grande, nos hemos separado del otro, poco importa si convivimos con él o no.
12:45 PM
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