El filósofo del metro dice:

El oro negro de Pemex se
volvió lazo negro de luto

La explosión en la torre
y su contexto financiero

Roberto Fuentes Vivar*

En estos momentos cualquier información que se difunda sobre lo ocurrido ayer en las torre de Petróleos Mexicanos, puede ser peligrosa, por lo que estoy de acuerdo con lo que dijo hoy su director general, Emilio Lozoya, en el sentido de que no se puede descartar ninguna línea de investigación, pero que deben evitarse las especulaciones, a pesar de que ya muchos periodistas ligados a fuentes oficiales mencionan la palabra atentado.


Por sus consecuencias la explosión de ayer reviste la mayor importancia política y económica para el país y para el gobierno de Enrique Peña Nieto, pues se trata de la primer emergencia nacional en su sexenio y habrá que ver cómo la enfrenta, no sólo en los próximos días, sino en un futuro mediato cuando se den a conocer los resultados de las investigaciones.

Lo que sí es importante saber es el contexto general en el que se presentó este lamentable hecho que costó la vida a más de 30 trabajadores mexicanos.

En primer lugar esta semana, Petróleos Mexicanos presentó su informe financiero al cierre de 2012, en el que se indica que por cuarto año consecutivo la empresa registró pérdidas, debido a la excesiva carga fiscal.

En síntesis, la paraestatal obtuvo utilidades antes de impuestos por un billón 72 mil millones de pesos, pero tuvo que pagar a Hacienda casi un billón 68 mil millones de pesos, por lo que sólo le quedaron menos de cinco mil millones de pesos. Con ellos tuvo que pagar intereses de su deuda y al final registró una pérdida de 34 mil millones de pesos. Esto quiere decir que por una mala administración, el petróleo de todos los mexicanos sólo sirvió para alimentar las arcas de secretaría de Hacienda.

Precisamente mientras Pemex presentaba su informe financiero, Enrique Peña Nieto regresaba de Chile, a donde acudió a la cumbre latinoamericana y anunciaba una posible asociación entre la mexicana Petróleos Mexicanos y la brasileña Petrobras.

Inmediatamente después de anunciar este posible acuerdo, las autoridades es decir Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, aparecieron prácticamente todos los días de esta funesta semana aclarando que Pemex no se privatizaría.

De hecho, los datos presentados esta semana señalan que las ventas de la paraestatal fueron de casi dos billones de pesos y sus gastos de operación fueron de sólo 154 mil 94 millones de pesos, menos del 10 por ciento. Es decir que se trata de una empresa tan rentable que tendría número negros por un billón 383 mil 757 millones, cifra suficiente para que fuera una de las empresas petroleras más rentables del mundo. Sin embargo, la idea de Enrique Peña Nieto de privatizar sin privatizar adquirió esta semana nueva fuerza.

En fin, todos los datos de la empresa parecen estar encaminados hacia crear la percepción de que Pemex está en quiebra. En este contexto ocurrió la explosión de ayer. Una empresa sofocada por la secretaría de Hacienda y una nueva campaña mediática para que la reforma energética se convierta en el salvavidas de la paraestatal. Como dice el filósofo del metro: El oro negro de Pemex se convirtió ayer en moño negro de luto.

*Comentario para Radio Educación/ 1 de febrero de 2013