El filósofo del metro dice:
Ya nos saquearon;
nos velverán a saquear
Reforma energética,
cúspide del TLCAN
Roberto Fuentes Vivar*
Estamos en un día en que la sociedad prácticamente está de luto
Por la consumación del gran atraco a los bienes de la patria
Por la desaparición de la palabra patria que pasó a formar parte del tiempo pasado.
Por el funeral de la soberanía nacional, al entregarse a extranjeros el patrimonio de la nación.
Por el féretro en el que fue enterrada la sociedad en aras de los intereses de una minoría.
¿Y para qué va a servir esta reforma energética que nos tiene sumidos a millones de mexicanos en una profunda tristeza?
Según las autoridades y los legisladores que votaron por su aprobación, para que los mexicanos tengamos supuestamente un sector energético más competitivo y hasta para bajar las tarifas eléctricas y la gasolina.
Desgraciadamente y esto lo veremos en unos cuantos años, la reforma energética sólo servirá para consumar, consolidar o apuntalar una política económica que lo único que ha logrado es el empobrecimiento de los mexicanos.
Quizá esta reforma energética es el regalo que los grupos neoliberales se hacen a sí mismos para festejar los 20 primeros años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que se cumplirán el próximo primero de enero.
¿Qué va a pasar con el país con esta reforma energética? La respuesta quizá está en otra pregunta ¿qué ha pasado con la economía desde que comenzó a operar el Tratado de Libre Comercio?
En términos generales cuando hace 20 años se discutía el Tratado, nos prometieron tasas de crecimiento anual de seis por ciento. La realidad es que en los últimos 20 años el crecimiento promedio de la economía ha sido de 2.5 por ciento, mientras que el crecimiento promedio anterior había sido de 4 por ciento.
Se nos dijo que el número de pobres se reduciría al aumentar el crecimiento y la inversión. Lamentablemente, el 36 por ciento de los mexicanos vivía en la pobreza, actualmente es más del 51 por ciento y llega hasta el 70 por ciento, si se toman en cuentas las diferentes mediciones.
Con el Tratado, se dijo, se fortalecerá el sector primario de la economía, al cultivar y vender al exterior productos de mayor valor en el mercado internacional. El resultado es que México es uno de los países que enfrenta una menor soberanía alimentaria del mundo y que el sector primario pasó de representar 7 por ciento del Producto Interno Bruto a solo la mita, 3.5 por ciento.
Vamos a ser un país industria, se dijo en ese momento. Actualmente México es una de las principales maquiladoras de industrias como la automotriz o la electrónica. El sector secundario basa su fortaleza en el mercado estadounidense que adquiere el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas. Para colmo, la única fuente de productividad es la mano de obra barata.
En cuanto al sector terciario, es el único que crece al vender servicios como las telecomunicaciones para una parte pequeña de la población, con un comercio destinado a enriquecer a pocas empresas transnacionales como WalMart y con un sector bancario que esquilma a los mexicanos para enviar al extranjero utilidades que aumentan cada año en promedio más de 20 por ciento.
Este es, en síntesis, el resultado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y seguramente se profundizará con la entrada en vigor de la reforma energética que deja en manos extranjeras y especulativas el petróleo y todos los recursos energéticos del país.
Como dice el filósofo del metro: ya nos saquearon siempre nos volverán a saquear.
Comentaario para Radio Educación/ 13 de diciembre de 2013
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