El filósofo del metro dice:
Buenas noticias que no
se reflejan en el bolsillo
son malas noticas
La ostentación indigna a los mexicanos
Roberto Fuentes Vivar*
Finalmente David Korenfeld renunció a su
cargo como director de la Comisión Nacional del Agua, luego de que se
difundieron videos en los que el funcionario utilizó un helicóptero oficial
para asuntos particulares, concretamente para viajar con a Vail, Colorado,
Estados Unidos.
La renuncia era necesaria para tratar de
mantener un poco de decoro en la administración pública. Pero fuera de la cuestión
jurídica que representa usar recursos públicos para fines particulares, hay
algo que vale la pena analizar a raíz de este caso que concluyó con la dimisión
del funcionario.
Se trata de la poca sensibilidad política
que han mostrado los funcionarios de este sexenio. No les importa hacer gala de
ostentaciones y lujos, cuando la sociedad en general se encuentra abrumada por
una situación económica de supervivencia.
He hablado recientemente con varios
profesionales de diversas áreas y nadie recuerda una crisis tan severa como la
que vivimos en estos momentos, pero parece ser que a los funcionarios no les
importa el sentimiento de la sociedad, sino que la ofenden al mostrar una forma
de vida lujosa y ostentosa.
Los ejemplos son muchos. Aquí menciono
solo los que me vienen a la mente en este momento, además del caso de Korenfeld
que se paseaba tranquilamente por Vail, mientras en México millones de
mexicanos carecen de agua.
Otro caso de ostentación es que Telemundo
difundió un video –que por cierto ya fue retirado- en donde Angélica Rivera y
los hijos de la pareja presidencial mostraban sus riquezas en Beverly Hills, una de las zonas más caras de Estados
Unidos.
¿Quién no recuerda por ejemplo al presidente del
Partido Revolucionario Institucional, César Camacho Quiroz, mostrando su reloj
de 750 mil pesos, mientras la clase media mexicana aumenta su endeudamiento
para tratar de mantener su estatus social?
Desde
luego está el caso de la Revista Hola que dedicó 40 páginas de la visita de Enrique
Peña Nieto y Angélica Rivera a Gran Bretaña y daba detalles de los lujosos
vestidos y de los atuendos de la pareja presidencial, además de que fue muy
criticada la comitiva de más de 200 personas que acompañaron al presidente a
esa gira por el viejo continente.
También
fueron ostentosas las vacaciones del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, a
quien se vio paseando por la sierra tarahumara, con su familia y un equipo de
guardaespaldas que parecía un dignatario extranjero.
Otro
episodio reciente es el del hijo del director del Infonavit, Alejandro Murat,
posando junto a su Porsche, en Oaxaca, un estado de la República que es de los que
registra los mayores niveles de pobreza del país.
Lamentablemente
parece ser que todos estos funcionarios carecen de la más elemental
sensibilidad política, pues en estos momentos hacer gala de ostentación significa
un golpe más a la sociedad que se encuentra adolorida por su situación
económica.
Incluso,
ayer Enrique Peña Nieto decía que los mexicanos no vemos las buenas noticias.
Esta afirmación nuevamente significa un golpe a la sociedad que está alejada de
las supuestas buenas noticas que se registran en la macroeconomía.
Es
cierto que hay buenas y basta un ejemplo, en marzo, la venta de automóviles
nuevos fue la más alta desde 2007. Lamentablemente sí es una buena noticia para
un millón de mexicanos que son los que tienen acceso a adquirir de manera
regular un vehículo nuevo. Pero un millón de automóviles al año representa sólo
un beneficio para el uno por ciento de la población.
Mientras
tanto, la sociedad está aterrada porque los precios suben cada vez que se acude
al supermercado, aunque lo niegue el INEGI, porque la violencia no cede, aunque
la secretaría de Gobernación y el INEGI opinen lo contrario y por el posible
aumento en las tasas de interés que pondría en jaque a lo que queda de la clase
media mexicana.
Lamentablemente,
los funcionarios viven en su mundo de oropel, desde donde se ve la realidad.
Como dice el filósofo del metro: buenas noticias que no se reflejan en el
bolsillo son malas noticias.
*Comentario para Radio Educación/10 de abril de 2015
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