El filósofo del metro dice:
El sismo abrió una herida que
apenas comenzaba a cicatrizar
Falta mucho para el
recuento de los daños
Roberto Fuentes Vivar*
Todavía es demasiado temprano para hacer un recuento
económico de los daños ocasionados por el sismo del pasado martes 19 de
septiembre. Lamentablemente en estos momentos hay demasiada especulación informativa,
por lo que es difícil conocer la realidad de las afectaciones.
Sin embargo sí hay algun indicios de que la gravedad
de los daños puede ser significativa.
En este sentido, por ejemplo, ayer Banamex dio a
conocer un que si bien el terremoto afectó a una región relevante para la actividad
económica en todo el país, tres estados que representan casi 30 por ciento del
Producto Interno Bruto nacional, los efectos económicos serán limitados
Concretamente menciona que la afectación del terremoto
en la economía nacional representará entre 0.3 y 0. 4 por ciento de la
actividad económica del tercer trimestre para significar finalmente 0.1 por
ciento del Producto Interno Bruto de este año, es decir algo así como 22 mil
millones de pesos.
Banamex hace este cálculo principalmente por la afectación
económica que significan los días no laborables y algunos otros daños, pero no
se refiere a la catástrofe en sí misma. En este sentido, hasta el momento la
Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros no ha emitido todavía su
opinión sobre los daños.
Desgraciadamente sí existen muchos daños económicos.
Esta mañana por ejemplo, El Universal mencionaba que había 2,470 casas colapsadas
en seis entidades, además de cinco mil escuelas dañadas, aunque no señala la
fuente de esa información.
En este sentido, una asociación de ingenieros, que
cuenta con 22 brigadas que se han puesto al servicio de los ciudadanos para
revisar inmuebles, calcula que hay, tan solo en la ciudad de México, tres mil
edificios que se encuentran en malas condiciones y que presentan fisuras graves
en muros, columnas y trabes.
Estamos hablando de que entre escuelas y edificios
de viviendas habría más de cinco mil construcciones que presentan daños,
Lamentablemente, hay, como sucedió en el terremoto
de 1985, una triple visión de cómo enfrentar los daños.
Hay desde luego una gran cantidad de edificios de
lujo -incluso nuevos- que fueron afectados y cuyos propietarios seguramente los
tenían asegurados, por lo que no tendrán problemas para su reconstrucción.
Por otra parte están las casas de la clase media –muchas
construidas en las décadas de los setentas y ochentas- que en su mayoría no se
encuentran aseguradas, por lo que los propietarios tendrán que enfrentar los
gastos de sus bolsillos o recurriendo a créditos bancarios. Sería deseable que
los bancos mostraran solidaridad para apoyar el financiamiento de la
reconstrucción con bajos intereses.
Un tercer segmento es el de las casas de personas de
escasos ingresos que no cuentan con seguros ni siquiera con la posibilidad de
obtener un financiamiento bancario, por lo que definitivamente perdieron su
patrimonio y tendrán que rehacerlo aún con sus propias manos y el dinero que
recauden entre familiares y amigos. En este caso hay muchas viviendas no sólo
en el Distrito Federal, sino en zonas urbanas de Puebla y Morelos. Ahí es en
donde se necesitarán aplicar los seis mil millones de pesos del Fondo Nacional
de Desastres y de los 150 millones de dólares de bonos de Catástrofe del
gobierno federal. Desde luego, lo más
seguro es que en las próximas semanas se reacomode el Presupuesto de Egresos
para 2018 con nuevas asignaciones para la reconstrucción.
Antes de terminar quisiera referirme brevemente al
papel que ha jugado el empresariado mexicano en esta emergencia nacional. Casi
todas las grandes empresas han anunciado donativos o apoyos, pero muy pocas han
estado a la altura de la situación. Por ejemplo, las grandes empresas
farmacéuticas y cadenas de farmacias deberían estar surtiendo medicamentos, los
enormes consorcios que tienen una infraestructura logística, como Bimbo, FEMSA,
Coca-Cola y muchos más podrían poner sus transportes para distribuir ayuda.
Aquí permítanme concluir con una experiencia
personal de la visión de los empresarios. El mismo día del temblor fui testigo
de cómo un empresario pedía a sus trabajadores que regresaran a las labores a
pesar de que el edificio mostraba una cuarteadura, en su entrada, de más de
tres metros de largo y 10 centímetros de profundidad. El portero se negó a
abrir y más tarde los elementos de Protección Civil diagnosticaron que el
edificio necesitaba algunas acciones urgentes de reconstrucción.
En síntesis, el recuento de los daños económicos
tardará todavía algún tiempo en conocerse. Ojalá el sector empresarial esté a
la altura de la solidaridad que merece la sociedad. Dice el filósofo del metro:
el sismo abrió una herida que apenas comenzaba a cicatrizar.
Comentario para Radio Educación/22 de septiembre de 2017
0 Comments:
Post a Comment
<< Home