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Friday, January 14, 2011

El filósofo del metro dice

Pobre consumidor mexicano
tan lejos de Dios y
tan cerca de la realidad


La espiral inflacionaria,
alentada por políticas fallidas



Roberto Fuentes Vivar*

Hace exactamente un mes, luego de que el día de la virgen de Guadalupe los molineros anunciaron un alza de 50 por ciento en el precio de la tortilla y se aumentó el precio de la gasolina, alertamos aquí en Pulso de Radio Educación que los mexicanos vivíamos en el terror provocado por las alzas de precios. No nos hicieron caso.
Hoy todos los diarios dan cuenta de los aumentos de precios en los productos básicos y de consumo generalizado. La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación anuncia que subirá hasta tres por ciento el precio de sus productos. Ojalá y fuera cierto, pues el tres por ciento no afectaría tanto a los consumidores mexicanos.
La realidad es otra. No sólo esta cámara alerta sobre aumentos, también la de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados que da cuenta –al igual que lo hicimos aquí el 24 de diciembre- del aumento a los cítricos, concretamente al limón que ha aumentado 160 por ciento, dicen que debido a una plaga llamada “la enfermedad del dragón amarillo”.
La Asociación de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo también advierte que los aumentos en productos agrícolas será permanente durante el año, por el alza en los precios internacionales, situación que también fue advertida aquí desde hace más de seis meses.
En fin, nos espera un año de una inflación galopante en materia de productos básicos
Lamentablemente, la realidad es muy distinta a la medición que realiza quincenalmente el Banco de México en su Indice Nacional de Precios al Consumidor, pues para esa institución el hecho de que un auto baje de precio es suficiente para contrarrestar el aumento en el pan, en la tortilla, en el jitomate, en la cebolla o en el limón.
Hay tres factores que inciden directamente sobre esta espiral inflacionaria en los alimentos.
Uno.- La política iniciada por el gobierno mexicano que tiende a abandonar el campo y los cultivos básicos para producir cultivos de mayor valor agregado. No importa si tenemos que importar maíz sí exportamos productos más caros, decían al unísono Carlos Salinas de Gortari y Jaime Serra Puche. Lo que no dijeron en aquel entonces es que la alimentación de los mexicanos quedaría en manos de especuladores internacionales, que pueden fijar precios sin importarles el hambre de la sociedad.
Un segundo factor es la política del gobierno de privilegiar a las grandes empresas, a costa del sacrificio de la sociedad, lo que se puede ver con el aumento de dos pesos diarios al salario mínimo, mientras se exime de impuestos a los 200 mil especuladores bursátiles.
Un tercer aspecto es el alza gradual de tarifas públicas, principalmente los combustibles. Este aumento deriva de la incapacidad de las autoridades para hacer crecer la base gravable. Aunque eso sí, el gasto público crece y como ejemplo está que el presidente de la República aumentó su salario 24.2 por ciento para este año. Es decir que aumenta la gasolina para pagar el sueldo del presidente.
Para finalizar, valga un comentario textual del nuevo secretario de Energía, José Antonio Meade, quien dijo: "Si uno revisa la trayectoria de 1990 al 2005, los precios de la gasolina en México fueron 20 por ciento superiores a los de Estados Unidos; ahora esta política de deslices graduales ha protegido al consumidor mexicano de los incrementos que ha habido de los energéticos internacionales". Es decir que aumentando precios se ha protegido a la sociedad. Como dice el filósofo del metro: Pobre consumidor, tan lejos de Dios y tan cerca de la realidad.

*Comentario para Radio Educación/14 de enero de 2011

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