El filósofo del metro dice:
Éramos muchos y
se parió una guerra
Por la crisis de Ucrania, más
inflación y posible hambre
Roberto Fuentes Vivar*
La crisis de Ucrania tiene muchas aristas que van más allá de los intentos independentistas de Donetsk y Lugansk y de las bases militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (la OTAN) alrededor de Rusia.
Un ejemplo es la aprobación final del gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, que pretende suministrar gas natural para 26 millones de hogares europeos y que ya fue suspendida por Alemania.
Por eso, las consecuencias económicas de este conflicto bélico que aún no puede considerarse una guerra, podrían afectar a millones de ciudadanos en todo el mundo, incluyendo nosotros los mexicanos. Y todo anticipa que viviremos una primavera de hambre y especulación.
Vamos por partes: Rusia es el segundo exportador mundial de petróleo y el primero de gas natural en todo el orbe, por lo que tiene muchas canicas en juego. Ucrania también es un fuerte jugador en el mercado energético.
Paralelamente, Rusia y Ucrania son considerados "el granero de Europa", pues exportan más de una cuarta parte de la producción global de trigo, la quinta parte del maíz y el 80 por ciento del aceite de girasol.
Por eso, la mayor parte de los analistas del mundo coinciden en un punto: el conflicto bélico podría generar mayor inflación en un mundo que ya de por sí se encuentra abrumado por la carestía.
Todavía no se ha recuperado de los altos precios ocasionados por la pandemia en dos aspectos concretos: la carestía del petróleo y los incrementos en los precios de los alimentos, cuando viene el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y abona nuevos elementos para mantener al alza los precios de estos dos genéricos que influyen en el costo de la mayoría de los productos.
Dentro de los efectos inmediatos de esta aun no guerra están los aumentos en los precios del crudo que han rebasado por algunos momentos los 100 dólares por barril. Esto, de acuerdo con los analistas globales, puede ocasionar un nuevo freno al crecimiento económico, principalmente en occidente.
Otro de los efectos inmediatos ha sido la alta volatilidad en los mercados que ocasionó una rápida revaluación del dólar estadounidense y, desde luego, el enriquecimiento de muchos especuladores que por ejemplo comercian con granos, alimentos y energéticos a nivel global. Por eso no sería raro que en los próximos días las acciones de empresas como Cargill suban de precio, a pesar de que esa transnacional del hambre afirmó que uno de sus barcos fue alcanzado por los bombardeos.
¿Por qué la especulación mundial con motivo del conflicto bélico? Porque en la zona de conflicto están parte de las mayores producciones del globo en centeno, cebada, papa, además de las ya mencionadas de trigo y maíz. Paralelamente aparte del petróleo y el gas, en esa zona se producen uranio, titanio, manganeso, hierro, mercurio, y carbon entre otros minerales.
Por eso, a pesar de la lejanía geográfica, las afectaciones o beneficios (que sí los puede haber) para nuestro país son muchos, pero también paradójicos.
Por ejemplo, ayer el INEGI dio a conocer la inflación en la primera quincena de febrero que fue de 7.22 por ciento, impulsada sobre todo por los altos precios de los alimentos, aunque el subsidio del gobierno logró atenuar las consecuencias inflacionarias de la gasolina.
México no es autosuficiente en materia de granos y desde luego que el maíz es el principal alimento en nuestro país y tenemos que importarlo. Nada más en este sentido, Ucrania es el tercer mayor productor de maíz del mundo, por lo que seguramente tendremos que importarlo más caro con el subsecuente posible aumento en el precio de la tortilla, sobre todo de continuar por mucho tiempo las hostilidades.
Otra de las afectaciones es en los aumentos globales en el precio de los energéticos, concretamente gas y petróleo. Aquí vale la pena mencionar que el aumento en el precio del crudo, de mantenerse en los niveles actuales generaría más de 300 mil millones de pesos adicionales para la economía mexicana.
Pero la mala noticia es que tendremos que comprar la gasolina más cara y el gobierno tendrá que gastar más para mantener el subsidio de la gasolina.
Otro de los efectos casi inmediatos es que, debido al aumento de la inflación global y nacional, seguramente el Banco de México aumentará nuevamente las tasas de interés para situarlas en 6.25 o 6.50 por ciento, lo que aceleraría el encarecimiento del crédito.
En síntesis, quiza por esta guerra que aún no es guerra, sea el momento para fortalecer la tesis de la IV Transformación en el sentido de que hay que lograr la autosuficiente energética y alimentaria. Esta última no bajo los cánones neoliberales de que somos autsuficientes porque compramos más de lo que vendemos, sino una autosuficiencia en granos como el maíz, tan necesario para la alimentaciñon de los mexicanos.
Dice el filósofo del metro: éramos muchos y se parió la guerra.
*Comentario para Radio Educación/ 25 de febrero de 2022