El filósofo del metro dice:

Pobre México, tan
lejos de Dios y tan
cerca del hambre

Similitudes entre Bruno Ferrari
y Maria Antonieta de Austria


Roberto Fuentes Vivar*

Definitivamente esta fue la semana del huevo. Los huevos, con todos sus sinónimos en el habla popular mexicana como blanquillos, tompiates o tanates, fueron los protagonistas de los últimos días por dos sencillas razones o no había o estaban inalcanzables por su precio.


Por primera vez en la historia se llegó al nivel en que un kilo de huevos llegó a superar el salario mínimo diario. La razón de esta escasez es la fallida política económica que las autoridades mexicanas han seguido en materia de comercio avícola.

En varias ocasiones denuncié aquí en Pulso de Radio Educación, desde que el secretario economía era Gerardo Ruiz Mateos y ahora con Bruno Ferrari a la cabeza del equipo comercial de Felipe Calderón, el peligro que hoy se ha convertido en realidad, la escasez y alza de precios en el huevo y el pollo, los únicos productos con proteína animal que están, o estaban al alcance de las clases más desprotegidas.

Es cierto que la llamada gripe aviar fue el detonante de la crisis actual. Sin embargo, es sólo una parte de la historia. La otra partes es que la secretaría de Economía ha hecho todo lo posible en este sexenio para proteger los intereses de la familia Bours y que una sola empresa, Bachoco se convierta en monopolio para imponer los precios a su arbitrio.

Para ello, las autoridades han prohibido o castigado las importaciones de productos avícolas, ocasionando que el mercado quede en manos casi de una sola empresa.

Basta señalar que tres de cada diez huevos que se consumen en México provienen de dos empresas, Bachoco y San Juan y por lo menos ocho de cada diez piezas de pollo son producidas o distribuidas por Bachoco y Tehuacán.

Existen, además cientos de empresas pequeñas, muchas veces rurales con una capacidad de producción muy limitada, pero tienen que marchar al ritmo que imponga Bachoco.

La crisis actual sí se debe en parte a la gripe aviar, pero en gran medida tiene su origen en el acaparamiento y especulación de estas grandes empresa, que además de productoras son comercializadoras.

Pero en esta semana las autoridades mexicanas han cometido una especie de catálogo de insensibilidad política y social. Primero, al dejar el mercado a intereses mnopólicos. Segundo por la serie de mentiras que han dicho a la población, Por ejemplo, hace tres días el secretario de Economía Bruno Ferrari declaró que ya habían ingresado las primeras 400 toneladas de huevo, cuando ni siquiera se habían hecho los trámites para su importación.

Tercero, otra falta de sensibilidad política se presentó cuando el mismo Bruno Ferrari llamó a la población, no se si por intereses personales, a adquirir el huevo en tiendas departamentales como WalMart o Soriana.

Un cuarto punto de este catálogo, es la política concertada y las propias declaraciones de Ferrari y de la Profeco, en el sentido de que si no pueden comer huevo que coman otra cosa. Se ve que los funcionarios, desde su escritorio no conocen el mercado, pues aún con los altos precios del huevo, una pieza es mucho más barata que un pedazo de carne o de pescado, por ejemplo. Hoy ya se anunció un apoyo para los productores, que seguramente beneficiará, como siempre, a Bachoco.

Esta afirmación de que si no pueden comer huevo que coman otra cosa –carne, por ejemplo, a más de 100 pesos el kilo, es casi tan grave como el caso de Maria Antonieta y que fue una de las mechas para estallara la revolución francesa. La población, molesta por no tener para comprar pan fue al Palacio de Versalles a quejarse. La respuesta de la reina –aunque algunos la atribuyen a otro personaje cercano a Luis XVI- y que le costó la guillotina, fue “si no pueden comer pan que coman pasteles.

Aquí las autoridades dicen si no pueden comer huevo que coman carne. Como dice el filósofo del metro: Pobre México tan lejos de de Dios y tan cerca del hambre.

*Comentario para Radio Educación/ 24 de agosto de 2012

El filósofo del metro dice:

Cuando engorda la Bolsa
adelgazan los bolsillos

Imparable la agflación en México

Roberto Fuentes Vivar*

Esta semana se produjeron varias noticias que tienen que ver y mucho con lo que se ha llamado la agflación, es decir el encarecimiento de alimentos y productos agropecuarios. Para ser más directo, todas estas informaciones nacionales y extranjeras dan cuenta de que los precios de los alimentos de primera necesidad de los mexicanos suben de manera galopante, ante la indiferencia de las autoridades.


Para empezar, ayer se informó que la inflación en julio fue de 0.56 por ciento, según la medición que realiza mensualmente el INEGI. Sin embargo el alza de precios en productos agropecuarios y alimenticios fue de 2.99 por ciento, es decir seis veces más que el indicador general. Este aumento fue motivado principalmente por las cotizaciones del huevo y del pollo.

Esto quiere decir, en términos generales, que la población de menores recursos tuvo más dificultades para poder adquirir los satisfactores necesarios para vivir, pues el 10 por ciento de la población más pobre destina hasta el 60 por ciento de su gasto a la alimentación.

Otra noticia, que precisamente tiene que ver con el pollo, el alimento que más ha subido de precio según el INEGI, es que la secretaría de Economía cerró las fronteras, imponiendo aranceles extraordinarios, a las importaciones de pierna y muslo de pollo de Estados Unidos. Con esta medida dejarán de entrar 250 mil toneladas de alimento barato a nuestro país, lo que ocasionará un aumento de 25 por ciento adicional en el precio del pollo. La medida fue para beneficiar a la empresa Bachoco que ahora podrá imponer precios a su arbitrio.

Pero quizá la noticia más grave es que en Estados Unidos, principal exportador mundial de maíz y principal proveedor de la materia prima para la tortilla mexicana, los cultivos de maíz están dañados en 88 por ciento, lo que seguramente provocará una escalada de precios en este grano, básico para la alimentación de los mexicanos.

Hay que recordar que, a raíz de las políticas adoptadas en 1994, cuando entro en vigor el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, México principal consumidor mundial de maíz y también principal importador del grano, abandonó los cultivos para importar porque supuestamente salía más barato.

Aunado a este gris panorama de los cultivos estadounidenses y mexicanos –porque hay que recordar que el año pasado se pedieron 70 por ciento de las cosechas maiceras- el gobierno de Estados Unidos informó que nuestro país importó un millón 516 mil toneladas de maíz, la cuarta mayor compra de granos de la historia mundial.

Sin embargo, de acuerdo con los secretarios de Economía y Agricultura, Bruno Ferrari y Francisco Mayorga, nadie sabe dónde está el maíz ni quién lo compró, por lo que seguramente fue una adquisición que servirá para especular con los precios en detrimento de la población mexicana.

Mientras tanto, las noticias internacionales sobre la producción de alimentos continuaron y los expertos prevén que la crisis alimentaria durará por lo menos 10 años más, porque a raíz de que en 2008 se acabaron las reservas mundiales de alimentos, se rompió el equilibrio entre la oferta y la demanda y el merad quedó en manos de especuladores, además de que se da prioridad a la utilización de granos para generar bicombustibles por encima de la alimentación.

En síntesis, la dependencia alimentaria de México en materia de alimentos y principalmente de maíz es cada vez mayor con la complacencia de las autoridades que siguen a pie juntillas una política económica de desmantelar el campo.

Esta política, una vez más está demostrando su fracaso, mientras que los mexicanos estamos expuestos a un nuevo fenómeno llamado agflación, que afecta directamente a los bolsillos. Como dice el filósofo del metro: cuando engordan la bolsa adelgazan los bolsillos.

*Comentario para Radio Educación/ 10 de agosto de 2012