El filosofo del metro dice:
Trás la pederastia
está la poderastia
La corte determina
que no hay violaciones
a los niños mexicanos
Roberto Fuentes Vivar*
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación primero para deslindar la pederastia del caso Lidia Cacho y segundo para exonerar al gobernador de Puebla, Mario Marín, de los ataques a la periodista vuelve a poner nuevamente en duda el papel de este òrgano colegiado que representa el máximo tribunal jurídico del país..
Luego del dictamen en contra de algunos artículos de la Ley Televisa, cuando se vió realmente de què estaban hechos los ministros, como ellos mismos lo sugirieron, se pensó que la Suprema Corte había olvidado sus compromisos y comenzaba, por fin, a actuar en la busqueda de la justicia.
Lamentablemente, con el caso Lidia Cacho, regresaron las dudas. Se trata, aquí sí sin duda, de uno de los asuntos más interesantes de los años recientes, pues si bien es cierto que muchos de los escándalos han sido mediáticos, hay mucha tela de dónde cortar, por lo menos para estimular los signos de interrogación.
¿Porque hacer un lado el asunto de la pederastia en el caso?
¿Porqué actuar como lo hizo el ahora papa, Joseph Razinger cuando ante las evidencias de pederastia en Estados Unidos, Irlanda, Brasil y México lanzó una orden para que los casos fueran tratados en privado y las víctimas se entregaran a sus victimarios?
¿Porqué actuar como la iglesia católica mexicana que pefiere cambiar de domicilio a los sacerdotes presuntamente pederastas en vez de enfrentar los casos abierta y legalmente?
¿Porquè desechar testimonios como el del abogado de Succar Kuri,Wenceslao Cisneros Amaya, quien renunció a la defensa en septiembre pasado al conocer algunos videos de pederastia que involucraban a sus defendidos?
¿Porque desechar incluso las palabras de Felipe Calderón que en febrero de 2006 como candidato a la presidencia, consideraba una barbarie las conversaciones entre el gobernador de Puebla Mario Marín y el empresario Camel Nacif?
¿Porque no abordar temas tan espinosos y ligados indirectamente al caso Lidia Cacho, como la posibilidad de que Javier Moreno Valle perdiera la concesión de canal 40 por haber denunciado casos de pderastia?
¿Porqué volver a asumir un papel de complicidad, al igual que lo hizo el tribunal electoral el año pasado, al aceptar que sí hubo violaciones pero no fueron graves?
¿Porqué volver a dejar indefensos a los periodistas ante los ataques del poder político y económico?.
¿Porqué volver a fortalecer grupos de poder político y económico que ahora con todo cinismo se proclaman defensores del estado de derecho?
¿Porqué dejar el camino abierto para que la pederastia se arraigue más en la sociedad y se revierta de impunidad?
Son muchas las preguntas, pero muchos los porqués. Como dice el filósofo del metro: Detrás de la pederastia está la poderastia.
*Comentario para Radio Educación/30 de noviembre de 2007