El filósofo del metro dice:
Palabras más palabras menos
el dinosaurio sigue aquí
No se puede combatir la pobreza
sin eliminar el afán desmedido
de lucro de muchos empresarios
Roberto Fuentes Vivar*
El
presidente Enrique Peña Nieto dio ayer un buen show. Durante 40 minutos
presentó toda una agenda legislativa y política para lleva a México hacia la
paz con justicia, unidad y desarrollo, como lo decía el cartel que estuvo atrás
de él durante su discurso.
Fuera
de todos los elementos relacionados con la seguridad y que, por si mismos, dan
mucho de qué hablar, hay otros aspectos económicos que vale la pena analizar de
este discurso que puede considerarse como de comprensión, pero no de atención.
Destaca
que por primera vez un presidente menciona a la pobreza como una de las
principales fuentes de la violencia, lo que sin duda busca atenuar un poco el
malestar social que se ha mostrado en las
marchas y manifestaciones.
Lamentablemente,
el diagnóstico que presentó no es del todo acertado. Sí lo es en cuanto que la
pobreza es el elemento más indignante que existe para la sociedad mexicana,
pero algunos de los elementos mencionados son muy endebles.
Es
cierto que existen dos México, el del norte y el del sur. Sin embargo, en el
propio norte del país, en los estados globalizados y exitosos que mencionó
también hay niveles de pobreza indignantes, nada más vale la pena mencionar a
los tarahumaras o rarámuris que no se han beneficiado de esta globalización y
sí se han enriquecido las mineras instaladas en su territorio o en el de los
yaquis o en los tepehuanes.
Otro
de los puntos de medición usado por Peña Nieto es el del producto interno bruto
por habitante. En este sentido vale la pena mencionar que al menos dos de los
cinco estados con mayor PIB per cápita de la República son estados del sur,
Campeche y Tabasco, por la participación del petróleo en la economía, pero aún en
ellos subsisten problemas de pobreza graves, como en el caso de los mayas de Campeche
o de los chontales de tabasco.
Desde
luego ayer se vio a un Peña Nieto preocupado por el cauce que ha tomado el
descontento social, teniendo como ícono el caso Ayotzinapa, pero elevando el
malestar a otros niveles, como es la creciente participación de la clase media
en las protestas.
Como
un elemento para combatir la pobreza Peña Nieto propuso la creación de tres
zonas económicas especiales que atiendan algunas necesidades de Guerreo,
Chiapas, Oaxaca y Michoacán.
Otro
programa que mencionó de manera directa es la desvinculación del salario mínimo
de otros indicadores, lo cual puede ser contraproducente precisamente para
combatir la pobreza, pues da mayores elementos a los empresarios para actuar a
discreción en materia salarial.
Otra
cuestión interesante es el apoyo al campo y aquí vale la pena mencionar que
hace unas semanas en este espacio, comentamos la posibilidad de conflictos sociales
por la grave situación que viven los campesinos a raíz del desplome de los
precios del maíz.
Lamentablemente,
en todo su discurso, los grandes ausentes en materia de compromisos, son los
empresarios mexicanos. No hay una sola línea en todo el discurso presidencial
en la que se pida a los empresarios que hagan un esfuerzo por combatir la
pobreza y la desigualdad social ¿Y quiénes son de los principales culpables de
la pobreza y la inequitativa distribución de la riqueza en México? Precisamente
ellos, los hombres de negocios, Por cierto estaban ahí en segunda fila Carlos
Slim, Ricardo Salinas Pliego, Lorenzo Servitje y muchos otros más.
¿De
qué puede servir un plan para reducir la pobreza si no se elimina primero el
desmedido afán de lucro de los empresarios mexicanos que prefieren sacar sus
capitales del país antes de mejorar los salarios y la calidad de vida de sus
trabajadores?
Un
ejemplo es muy claro, en lo que va de este sexenio, los empresarios han sacado
del país 70 mil millones de dólares aproximadamente hasta este mes de noviembre
y ¿cuáles son las consecuencias de ese saqueo? nada menos que una devaluación
del peso que suma casi cinco por ciento en lo que va del año y, por ende, un
aumento en la pobreza, al reducirse el poder adquisitivo de los salarios.
En
fin, el discurso de ayer tiene un elemento importante: el reconocimiento
oficial de la pobreza como fuente de la inseguridad. Lo demás son buenas
intenciones que seguramente fracasarán porque la iniciativa privada sigue
creando indignación entre los mexicanos por su falta de seguridad y su prepotencia.
Como dice el filósofo del metro: palabras más, palabras menos: el dinosaurio
sigue ahí.
*Comentario para Radio Educación/28 de noviembre de 2014