El filósofo del metro dice:
Nada cambia, cuando la
reversa es el único cambio
Continuarán la impunidad, la
inseguridad y la mala economía
Roberto Fuentes Vivar*
Los cambios que hizo ayer Enrique Peña Nieto están
hecho para que nada cambie, para que la economía siga cayéndose a pedacitos,
para que el peso siga perdiendo frente al dólar y hasta para que la impunidad
siga campeando en todos los terrenos y hasta entorpezca las llamadas reformas
estructurales, en las que se empeñó el inquilino de Los Pinos.
En lo político, Peña Nieto cumplió al menos cinco
objetivos con estos cambios: primero, imprimir un estilo personal de gobernar,
al hacer el mayor cambio de secretarios de la historia contemporánea, pues
ningún presidente había hecho tantas modificaciones (11 cambios en su gabinete)
en un solo movimiento. Segundo, el hecho de dejar a Rosario Robles y a José
Antonio Meade, es para mantener cercanos
a los dos principales partidos opositores al PRI, el Partido de la Revolución
Democrática y el de Acción Nacional. Tercero, abrió el abanico en las personas
que podrían participar en la elección su sucesión por parte del PRI. Cuarto,
protegió a los dos secretarios con mayor fuerza política, Miguel Ángel Osorio
Chong y Luis Videgaray y quinto, no hay cambios sustanciales.
En estos dos últimos puntos hay que remarcar que
siguió protegiendo el modelo económico, a pesar de que la moneda mexicana siga
cayendo, de que el desempleo y el subempleo sigan en niveles altos como lo
demuestra el informe que presentó hoy el INEGI, que la balanza comercial siga
deteriorándose al grado de que en los siete primeros meses del año alcanza un
déficit de casi 7 mil millones de dólares.
Los cambios además, siguen protegiendo a Luis
Videgaray, encargado de la política económica y quien, a pesar de ser exonerado
por la secretaría de la función pública, sigue estando en entredicho por la
casota que adquirió en el estado de México cuando ya era funcionario federal.
También dio un espaldarazo al secretario de
Gobernaciòn, Miguel Ángel Osorio Chong, aunque cambió al comisionado de
seguridad, en un momento en el cual la inseguridad sigue siendo uno de los
graves problemas que frenan la economía.
En este sentido, déjenme hacer un paréntesis para
contar un caso: hay un e mpresario llamado Eurisaces Ibarra, dueño de Grupo
Comercializador Productivo. Este empresario defraudó a Ficrea, a varios bancos
e instituciones financieras como Unifin, Banamex, BBVA Bancomer y HSBC, a
trabajadores de la CTM y a decenas de pequeñas empresas de Sinaloa, Sonora y el
Distrito Federal. So modus operandi es muy similar al que utilizó la empresa
Oceanografía y solicitó créditos para supuestos proyectos mineros. Dentro de
sus defraudados se encuentran empresas transnacionales que iban a participar en
la reforma energética y al parecer ya lo único que quieren es salirse de México
porque el estado no ha hecho nada para detener a este empresario y recuperar el
estado de derecho.
Este asunto viene al caso, porque el principal
objetivo de la política económica de Enrique Peña Nieto es precisamente las
reformas estructurales o sobre todo la energética, que cada día está más en
entredicho y en donde fracaso la primera ronda de la Ronda Uno.
No hay, en los cambios de ayer, ni siquiera un
atisbo de que pudiera modificarse un modelo económico que todos los días sigue
deteriorándose, tal grado que las
exportaciones manufactureras que son pilar de la economía nacional, mantienen
un crecimiento nulo, al igual que el producto interno bruto, el cual creció
sólo 0.5 por ciento en el segundo trimestre con respecto al primero y que
obligó a reducir los pronósticos incluso oficiales sobre el comportamiento en
lo que resta del año.
Lamentablemente, Enrique Peña Nieto perdió, con
estos cambios, una oportunidad histórica de haber hecho cambios de fondo que
dieran un mensaje positivo de México tanto al interior como al exterior. Como
dice el filósofo del metro: cuando la reversa es el único cambio, nada cambia.