El filósofo del metro dice:
Hoy acaba un sexenio que dio
pena; mañana será otro día
Recibirá López Obrador
una economía quebrada
Roberto Fuentes Vivar*
Hoy es el último día de un sexenio perdido, de un
sexenio fallido.
Un sexenio de desaciertos en materia económica, con
la aprobación de las reformas estructurales que demostraron su fracaso, si se
atiene uno a las cifras.
Vamos por partes:
Enrique Peña Nieto recibió un país con crecimiento
económico de 3.3 por ciento. Durante su sexenio el incremento anual promedio
del Producto Interno Bruto fue de 2.2 por ciento, el menor desde que se instauró
el modelo económico neoliberal, a mediados de los años ochentas. López Obrador
recibirá el país con un crecimiento del PIB de 2.1 por ciento.
Enrique Peña Nieto tomó las riendas de México con
una balanza comercial superavitaria en 163 millones de dólares, López Obrador
las tomará con un déficit de 13 mil 159 millones de dólares, nada más en los
primeros 10 meses de este año.
El actual presidente llegó al poder con un dólar que
se cotizaba en 13 pesos por unidad. El próximo mandatario asumirá el cargo con
dólar en 21 pesos.
Peña Nieto recibió una inflación de 4.1 por ciento y
la dejará en 4.65 por ciento.
Uno de los pocos rubros positivos es el desempleo,
cuando Peña Nieto llegó a la presidencia la tasa de desempleo abierto estaba en
4.9 por ciento y disminuyó a 3.19 por ciento, pero López Obrador asumirá el
poder con la mayor crisis de la historia en lo que la iniciativa privada llama
la precarización del empleo, con la urgencia de crear 12 millones de trabajos
bien remunerados.
Hace seis años, la deuda equivalía a 31.8 por ciento
del Producto Interno Bruto, hoy representa 43.9 por ciento y el próximo
presidente recibirá una deuda pública superior a 11 billones de pesos, sin
contar los pasivos laborales.
Enrique Peña Nieto recibió el país con una
plataforma de producción petrolera de casi tres millones de barriles diarios. Hoy
está en 1.6 millones, es decir, la mitad. López Obrador recibirá una industria
petrolera quebrada, en la que, por primera vez en la historia se tiene que
importar petróleo crudo.
Cuando inició el actual sexenio que hoy concluye, la
gasolina se vendía en 9.8 pesos por litro, hoy está en 20 pesos el litro, a
pesar de que en el mercado internacional el precio del crudo se encuentra a la
baja. El próximo presidente recibe el país con una reforma energética que ha
ocasionado que por cada dólar que se vende de crudo al exterior, se importan
dos dólares de productos petroleros.
Enrique Peña Nieto recibió México con unas tasas de
interés al cuatro por ciento anual y lo deja en una tasa de interés de ocho por
ciento. El próximo presidente recibe, además, la amenaza de otro nuevo
incremento a las tasas el 20 de diciembre, para que suban entre 25 y 50 puntos
base.
Cuando entró el actual presidente de la república,
la inversión pública productiva representaba 22.2 por ciento del gasto
programable, hoy significa sólo 14.7 por ciento, con un descenso anual de 2.8
por ciento. El próximo mandatario recibirá un país hipotecado en el cual, a
pesar de las reformas para ahorrar dinero público, la mayor parte del gasto
está comprometido en deuda, pasivos laborales y salarios.
Estos son sólo algunos de los muchos datos que
confirman que el sexenio que hoy termina fue un sexenio fallido, un sexenio
perdido, en el cual, fuera del desastre económico, aumentaron la violencia, los
asesinatos, la inseguridad y, desde luego, la pobreza.
Hoy termina un sexenio en el cual los grandes
capitales le mostraron, por lo menos de palabra su apoyo al presidente, pero sacaron
capitales por alrededor 120 mil millones de dólares. Mañana comienza un sexenio
en el cual esos mismos grandes capitales intentarán hacer el presidente un
rehén de sus extorsiones.
Hoy concluye el sexenio de las reformas
estructurales. La historia de un fracaso económico. Dice el filósofo del metro:
termina un sexenio que dio pena. Mañana será otro día.
*Comentario para Radio Educación/ 30 de noviembre de 2018