El filósofo del metro dice
La dignidad comienza con un sueño
Primavera de Madrid y la
capacidad de indignación
Roberto Fuentes Vivar*
En estos momentos, en donde en Europa ya es de noche, seguramente en muchas en las principales plazas españolas continúan las protestas del movimiento de los indignados, de los acampados, de los ciudadanos hartos de vivir una democracia de mercado que no los representa y resentir los efectos de un modelo económico que les ha robado el presente y hasta los sueños.
El movimiento de los indignados o la revolución española, o la primera revolución europea del siglo XXI, pueden significar una especie de primavera de Madrid, en donde la sociedad exige, al igual que en 1968, lo imposible y por eso uno de los lemas que se ha escuchado en España es “si no nos dejan soñar no los vamos a dejar dormir”.
El movimiento va mucho más allá de unas simples elecciones como las del domingo pasado en España y busca modificar el modelo económico y político que vive España y que también domina la mayor parte del mundo, incluyendo a México.
Por eso, no sólo hay miles de personas protestando en Madrid, sino en prácticamente todas las ciudades importantes de España. Por eso también ha habido réplicas en muchos de los países europeos y latinoamericanos. También en México. Y habrá más en los próximos días, incluyendo en Bruselas, la capital de la Unión Europea.
Varias cosas interesantes han sucedido con este movimiento. Ha habido desalojos como en Barcelona, tomas simbólicas de estaciones de televisión, como en Murcia, en donde los manifestantes recibieron el apoyo de los trabajadores de la emisora.
Pero también ha habido un intento, en todo el mundo, por silenciar lo que sucede o, por lo menos, minimizarlo. El ejemplo más claro son los diarios españoles. Solo en los días previos a las elecciones los acampados, como les llaman, alcanzaron la primera plana y después han regresado a notitas perdidas en interiores o de plano al silencio total. Lo mismo sucede en todo el mundo, incluyendo a nuestro país, en donde la información de los indignados es prácticamente nula.
Una cosa interesante es que incluso en muchas de las galerías fotográficas que circulan en internet han tratado de no difundir los ideales de los manifestantes ni siquiera sus mantas y carteles.
Algunos sitios independientes sí las publican y muchas llaman la atención. Por ejemplo: “nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, “la banca, al banquillo”, “no a la democracia de mercado”, “queremos periodismo no protagonismo” o simplemente “si no nos dejan soñar no los vamos a dejar dormir”.
En México uno de los pocos políticos que ha dado su debida importancia a lo que sucede en España, ha sido el rector de la UNAM, José Narro Robles, quien hace unos días reivindicada la urgencia de cambios en el modelo económico y señalaba la similitud de los jóvenes indignados españoles, con los jóvenes sin empleo en nuestro país.
En síntesis, esta primavera de Madrid está protagonizada por ciudadanos indignados que se comunican por internet a través de las redes sociales y que están hartos –como lo dijo el propio Narro- de un modelo económico que sólo crea desequilibrios y pobreza y de una democracia que solo sirve a políticos y banqueros.
En nuestro país, desde luego, los indignados somos muchos, pero no ha habido una capacidad de convocatoria similar a la de España. Por cierto, dentro de unos días se estrenará en los circuitos comerciales el filme “El efecto Tequila”, el cual es el primero en el que se narra cómo políticos y banqueros se han enriquecido con las crisis. Es decir lo mismo que sucedió y sucede en España. Ojalá logre indignar al auditorio.
Quizá lo más importante es que en México, el modelo económico nos ha robado la capacidad de indignación. Como dice el filósofo del metro: la dignidad comienza como un sueño...
*Comentario para Radio Educación/27 de mayo de 2011