Luz de la OEA, pero
oscuridad en la casa
¿Tratarán en la cumbre de Cancún
violencia y democracia en México?
Roberto Fuentes Vivar*
Prácticamente
desde este fin de semana comenzarán a llegar a Cancún los asistentes a la
asamblea general de la Organización de Estados Americanos, la OEA, la cual
iniciará el lunes.
México,
como país anfitrión, seguramente intentará impulsar varios puntos de la agenda,
desde la reunión de cancilleres, previa a la asamblea y concretamente retomará
el caso de Venezuela, luego de que la resolución sobre ese país fue suspendida
en Washington en mayo pasado.
La
propuesta impulsada por México, Estados Unidos, Perú, Canadá y Panamá consiste
en cancelar la Asamblea Constituyente en Venezuela, pero al menos 14 países del
continente no estaban de acuerdo con el contenido. Ahora seguramente será
retomada esa declaratoria para que la Organización de Estados Americanos intervenga
directamente en la política interna del país bolivariano.
Una
de las interrogantes es precisamente si acudirá Venezuela a la reunión, pues
desde abril pidió su retiro de la OEA, pero esa salida tiene un lapso de varios
meses antes de ser efectiva, por lo que todavía es miembro y nadie sabe si va a
asistir a la cita.
Pero
fuera del caso Venezuela, mediante el cual México ha roto su tradicional
política exterior de no intervenir en la política interna de otros países, la
agenda de la reunión, por lo menos mediáticamente, tendrá varios puntos que
pueden darle la vuelta al mundo.
Uno
de ellos es la propia situación de México y en este sentido nada más vale la
pena mencionar que hoy en El Universal aparece una entrevista con el secretario
de la OEA, Luis Almagro, en la cual critica la situación mexicana en lo que se
refiere a la muerte de periodistas y señala que no puede haber más asesinatos a
comunicadores. Seguramente estas declaraciones no fueron muy bienvenidas para
el organizador de la Cumbre de Cancún el canciller mexicano Luis Videgaray.
Otro
de los temas que está en la mesa de discusiones mediáticas, es el de las
elecciones realizadas recientemente en México, pues los observadores internacionales
han señalado que hubo fraude, intimidación, compra de votos y, en términos
generales, que no fueron del todo democráticas. En este sentido ¿Cómo el país
anfitrión, que no respeta totalmente los principios democráticos, puede exigir
a otros que sí ejerzan a rajatabla la democracia?
Un
tema más, en el seno de la OEA, es la relación de los países del continente con
el nuevo presidente estadounidense Donald Trump, quien en varias ocasiones ha
criticado fuertemente a los organismos internacionales como la Organización de
las Naciones Unidas.
Existen
también otra serie de temas que podrían estar en la agenda mediática de la
cumbre de Cancún. Uno de ellos es, por ejemplo, la endeble situación económica
de los países latinoamericanos y, sobre todo de México. En días pasados se
presentaron dos reportes interesantes al respecto y ambos de organismos
internacionales dirigidos por mexicanos.
Uno
de ellos es el de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (la famosa OCDE o Club de ricos, dirigido por José Angel Gurría, en
el que expone que nuestro país está creciendo, pero que a pesar de que la
economía mejora, los beneficios no se expresan en bienestar para las familias
de los trabajadores.
A
este documento hay que añadir el Panorama social de América Latina 2016,
presentado por la Comisión Económica para América Latina (la CEPAL que dirige
la mexicana Alicia Bárcenas), en el cual
se indica que el subcontinente se ha convertido en una de las regiones del
mundo con mayor desigualdad.
Concretamente,
sobre México expone que, de acuerdo con el coeficiente de Gini, nuestro país
alcanzó un record de 0.93 en lo que se refiere a concentración de activos
físicos. Para poner en términos claros lo que significa esta cifra hay que
señalar que el coeficiente de Gini es utilizado en todo el mundo para analizar
la desigualdad. Se basa en una medición que va del 0 al 1, en la cual el cero
es la menor desigualdad y el 1 la mayor. México está acercándose de manera
alarmante al 1, al tener un coeficiente de 0.93, es decir una de las mayores
desigualdades sociales del mundo.
Y
la CEPAL señala que entre 2003 y 2014, la riqueza creció casi al triple que la
economía, a un promedio de ocho por ciento al año, pero se quedó en pocas
manos, pues solo el uno por ciento de las familias mexicanas concentra más de
un tercio de los activos físicos.
Otro
de los datos este estudio señala que México es el país en que la proporción de
los salarios en la economía total, es el más bajo del subcontinente, más que
Guatemala, Honduras o Haití.
Sin
embargo, a pesar de estos datos, de unas elecciones no muy claras y del
asesinato a periodistas, nuestro país, con el liderazgo de Enrique Peña Nieto y
Luis Videgaray, pretende convertirse en una especie de líder moral de América
Latina y en impulsor de las políticas económicas que han llevado al desastre a
todo un subcontinente.
Incluso, nada más como anécdota hay que señalar que
la cumbre que inicia el lunes se había previsto para realizarse en la ciudad de
México, pero tuvo que ser trasladada a Cancún por motivos de seguridad. Pero
también en Cancún ayer se registraron balaceras.
Dice el filósofo del metro: la luz de Cancún no alcanza
para alumbrar la oscuridad de la casa.
*Comentario para Radio Educación/16 de junio de 2017