El filósofo del metro dice:
Muerto el rey,
viva el rey
Feliz 2021
2020 el año en que
se enfermó el mundo
Roberto Fuentes Vivar*
Este año se cumplieron las profecías del gran poeta
peruano césar Vallejo y 2020 fue el año en que Dios estuvo enfermo.
Y si no fue Dios, ese dios de todas las religiones,
el que estuvo enfermo, fue el mundo, que tuvo que guardarse, enclaustrarse,
confinarse para tratar de mantener la poca salud que le quedaba.
Desde luego que la enfermedad del mundo no fue
nueva, ya estaba enfermo desde hace varios años, quinquenios, décadas o tal vez
siglos.
Un mundo enfermo de codicia que colapso en 2020,
como si necesitara el reposo necesario para conservar la vida. Como si todas
las heridas sufridas recientemente le hicieran imposible respirar para seguir
caminando, sin necesidad de un respirador artificial, como el que tuvo que
cargar durante décadas
Colapsó su sistema inmunológico, luego de que, en
todo el planeta, los afanes codiciosos procuraran desmantelar los sistemas de
salud para entregarlos a la avaricia de la iniciativa privada.
2020 fue el año en el que el mundo se encerró en sí
mismo, en cada casa, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada país, para poder
encontrar, otra vez, su origen, luego de haberlo perdido tras una globalización
galopante que le hizo perder el sentido de la vida humana.
2020 fue el año en el que todos perdimos un amigo,
un familiar, un maestro, un compañero o un ser querido que admirábamos y que
perdió la vida tras luchar contra un virus microscópico e invisible que se
transportaba por el aire, por el sudor, por la saliva, por el moco, por el
simple contacto humano.
2020 fue un año en que todos tuvimos que postergar algún
anhelo. Fue el año en que la esperanza estuvo amenazada por los avatares de una
enfermedad que recorrió plazas y escampados.
2020 fue el año en el que todos tuvimos miedo. En el
que el miedo se introdujo en nuestro cuerpo, sin vacuna que lo inoculara, sin remedio,
sin una oración a ese dios de todas las religiones, ni una claridad científica
que nos consolara como habitantes de un planeta envejecido a fuerza de ser
sacrificado.
2020 fue el año en el que el sistema nervioso del
mundo se descontroló del todo. Toques de queda, estados de excepción, estados
de sitio, semáforos de alerta,
2020 fue el año en el que la avaricia llegó a sus
máximos niveles. En el que la codicia de unos puso en peligro la vida de todos.
En el que países ricos intentaron acaparar las esperanzas y los particulares
trataron de sacar provecho. En el que, como lo vimos aquí en México hace unos
días cuando un director de hospital
utilizó su cargo para vacunar a su familia, cuando el mundo espera el orden
para poder regresar a su camino.
2020 fue el año en el que la búsqueda de la piedra
filosofal recayó en los laboratorios químico-farmacéuticos que como modernos alquimistas
buscaron un antídoto para eliminar al virus microscópico que puso de rodillas
al mundo y sus confines.
2020 fue el año en el que socializó la esperanza,
pero también la desesperanza.
2020 fue el año en el que el poder de las grandes
urbes, de los grandes edificios en los que se controlan las finanzas mundiales
y las grandes corporaciones que comercian con la muerte a través de la guerra
se volvieron pequeños ante una micra de enemigo desconocido.
2020 fue el año en el que las enfermedades del
planeta, causadas por su autodestrucción y por la destrucción del hombre por el
hombre, se convirtieron en las culpables de haber generado mutaciones
irresponsables que nadie sabe cuándo se detendrán.
2020 fue el año en el que los hospitales fueron los
templos y los médicos y enfermeras los verdaderos dioses para salvar al mundo.
2020 fue el año en el que el mundo se contagió de
pobreza por haber generado durante décadas riqueza material y artificial poco
confiable.
2020 fue el año en el que la salud fue el don más
preciado, por sobre los montones de billetes acumulados en las bolsas de
valores y en la especulación financiera.
2020 fue el año en el que Dios, ese dios de todas
las religiones, estuvo enfermo y nadie, ni los sabios más encumbrados del
planeta pudieron emitir un diagnóstico certero.
2020 fue el año en el mundo estuvo enfermo y quedó
postrado en su aposento por no poder caminar más el sino pavimentado que le
habían creado para sí mismo.
Esta noche aquí en México, se acaba este 2020. Mañana
será otro día. Ojalá este 2021 el mundo encuentre su recuperación con un
diagnóstico equilibrado y con otras nuevos medicamentos para evitar su recaída.
Dice el filósofo del metro: muerto el rey, viva el
rey. Que 2021 sea un año mejor para todos y en especial para cada uno de los
escuchas de Radio Educación.
*Comentario para Radio Educación 31 de diciembre de 2020