El filósofo del metro dice:
Éramos muchos y
a Dios se le ocurrió
orinar sobre mojado
El campo mexicano afectado
por inundaciones e impuestos
Roberto Fuentes Vivar*
Como siempre que azota a nuestro país algún fenómeno
meteorológico, los más afectado son los olvidados, los millones de pobres que construyeron su casa en la ladera de un
monte o en un suburbio y los que viven del campo. Esos 25 millones de mexicanos
que viven del agro e intentan darnos de comer la resto de la población.
Mucho se habló, cuando iniciaron las inundaciones,
de los turistas perjudicados. Salieron fotos de las largas filas en los
aeropuertos tratando de salir, por ejemplo de Acapulco, o de las largas colas
en las carreteras cuando se abrieron a la circulación.
Pero los más afectados fueron los hombres del campo.
Durante los dos años anteriores, las sequías prácticamente aniquilaron las
cosechas. Ahora, el exceso de lluvia gravitó otra vez sobre su economía
familiar.
Según los primeros recuentos, grandes cultivos de
jitomate y chile fueron afectados por las inundaciones, lo que podría provocar
que nuevamente la agflación –la inflación de productos agropecuarios- se
dispare en el futuro inmediato.
Según los expertos en cuestiones agropecuarias,
luego de las inundaciones la tierra tendrá una mayor productividad en las
futuras cosechas, que podría durar hasta tres o cuatro años. Sin embargo, los minifundistas, ejidatarios y
comuneros que perdieron sus cosechas actuales son los más afectados, pues
ningún seguro cubrirá sus perdidas.
El director de la Financiera Rural explicaba ayer a
la Jornada que “Los cultivos que más se dañaron fueron las hortalizas, que
sufrieron los daños más graves. Se perdieron. Me refiero a chile, jitomate y
pepinos. Las plantas debían tener una altura de 50 centímetros, entonces no
pudieron soportar las corrientes de agua”.
Sin embargo señaló que por el lado positivo, los
productores se preparaban para el ciclo otoño-invierno en el que se obtienen
las principales cosechas de algunos productos, como el de maíz, además de que
las presas se llenaron y surtirán más agua para los próximos ciclos.
A todo el drama campesino y agropecuario, dos años
de sequía y el siguiente de inundaciones, se suma la idea del gobierno federal
de eliminar el apoyo fiscal para los productores, lo que ocasionaría que el
sector entrara definitivamente a una especie de
enfermedad terminal.
De acuerdo con Benjamín Grayeb, presidente del
Consejo Nacional Agropecuario, hay muchas razones para que el impuesto al agro
sea rechazado. Una es que sólo el dos por ciento de los 700 mil millones de
pesos que representan los apoyos fiscales, es para productores agropecuarios. Y
ese apoyo permite sobrevivir a una cuarta parte de la población.
Además explicó que el impuesto hará que México pierda
competitividad, pues todos sus socios comerciales y sus competidores tienen
subsidios y apoyos superiores a los que reciben los productores mexicanos.
En fin, el campo no sólo está amenazado por los fenómenos
naturales, sino por la reforma hacendaria. Por eso, ante los daños ya
registrados es muy probable que la secretaría de Hacienda se compadezca de los
productores y elimine el impuesto previsto para el agro. Como dice el filósofo
del metro: éramos muchos y a dios se le ocurrió orinar sobre mojado.
*Comentario para Radio Educación/27 de septiembre de 2013