Después del sismo vienen
las réplicas hasta de datos
Comenzó la guerra de cifras
Roberto Fuentes Vivar*
Después de los sismos que sacudieron a varias
entidades de la República Mexicana, ya comenzó un nuevo temblor: el de la
guerra de cifras, mediante la que cada quien intenta llevar agua a su molino.
Hace una semana comenté aquí que la primer cifra
estimada de los daños del terremoto del 19 de septiembre había sido calculada
por Banamex y se situaba en alrededor de 22 mil millones de pesos.
Una semana después, en una reunión con la iniciativa
privada y gobernadores, Enrique Peña Nieto, dijo que el sismo había ocasionado
daños por 38.1 millones de pesos y dio a conocer una serie de datos que ayer
mismo fueron desmentidos por sus propios secretarios.
Por ejemplo, mencionó que había un total de 250 mil
damnificados. Poco más más tarde, Rosario Robles, la secretaría de Desarrollo
Urbano, Territorial y Urbano dijo que no se trataba de damnificados, sino de
casas destruidas, lo que significa que el número de afectados sería cuando
menos del triple, es decir de 750 mil, si se calcula un promedio de tres
habitantes por vivienda.
Pero las contradicciones no paran ahí, sino que son
mucho más graves, pues ayer mismo algunas fuentes oficiales señalan que había
355 mil víctimas del terremoto, mientras que otras señalaban 426. La
diferencia, según trataron de explicar, es que en la segunda se están
contabilizando a los fallecidos del terremoto del 7 de septiembre. Pero ni así
salen las cuentas.
Incluso si se estudian con detalle algunos otros
datos específicos, puede concluirse que definitivamente las cifras no cuadran
por ningún lado. El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, en su recuento,
señaló que los daños por los sismos representan 18 mil millones de pesos, tan
sólo en infraestructura y en escuelas, a los que habría que agregar otro número
no cuantificado por las viviendas destruidas. Esto querría decir que tan sólo
esa entidad requerirá para su reconstrucción más de la mitad de los 38 mil
millones de pesos calculados por Peña Nieto, y eso sin contar con los enormes
daños en Chiapas, Morelos, Puebla y la zona metropolitana de la ciudad de
México.
Nada más para contrarrestar las cifras oficiales
mexicanas, el Servicio Geológico de Estados Unidos, calculó que para reparar
las zonas dañadas se requerirán hasta 10 mil millones de dólares de dólares,
cifra que supera con mucho las estimaciones de Peña Nieto y su equipo.
Aquí vale la pena mencionar que en todos los
recuentos que han hecho el gobierno federal y los gobernadores, no se han
tomado en cuenta muchos lugares que ni siquiera han sido visitados y a los que
tampoco les llega ayuda solidaria de la sociedad.
Ayer tuve la oportunidad con un amigo de una
Organización No Gubernamental que se ha dedicado durante la última semana
precisamente a llevar ayuda a los lugares afectados. Me decía que tan sólo en
Puebla y Morelos, las autoridades y muchos de los grupos de ayuda llegan
únicamente a las avenidas principales, pero no se han metido a las calles y
callejones, en donde existe un panorama desolador, porque no solo no les llega
ayuda, sino que ni siquiera han recibido visitas de autoridades para conocer
los daños.
En este sentido, el verdadero recuento de los daños
todavía está muy lejos de definirse. Tan sólo aquí en la ciudad de México, en
donde se calcula que hay alrededor de tres mil edificios afectados, todavía
pueden verse cientos de inmuebles que podrían estar dañados y a los que ni siquiera
se les ha puesto un listón amarillo de protección, por lo que se desconoce si
tendrán que ser demolidos, remozados o apuntalados, lo cual definitivamente
deberá tomarse en cuenta para conocer la cifra exacta de los daños.
Otras dos guerras de cifras que se presentan, son
las de las propuestas y las de las donaciones. En el primer caso, prácticamente
todos los partidos han hecho sugerencias para enfrentar la reconstrucción, con
cifras y asignaciones presupuestales para el año que entra. Pero la mayor parte
de ellas son inviables y únicamente intentan ganar simpatías con miras a las
elecciones de 2018.
En cuanto a las donaciones, todavía es muy pronto para
hacer estimados de las cifras, pero sí hay hechos que dan vergüenza, como la
donación personal de Miguel Ángel Mancera, de mil pesos, que significa menos
del uno por ciento de sus percepciones mensuales.
El Economista realizó esta semana un aproximado,
tomando en cuenta las donaciones de los corporativos, los personajes famosos
como futbolistas y estrellas de cine y los apoyos de países y organismos internacionales
y llegó a la conclusión de que iban casi 40 millones de dólares.
El problema es que mucho de este dinero puede
contabilizarse dos veces y generalmente se presenta para que la iniciativa
privada y hasta los organismos internacionales hagan caravanas con sombrero ajeno.
Por ejemplo, un futbolista anunció una fuerte donación en euros, a través de la
Unicef. Aquí el dinero podría
contabilizarse en dos ocasiones: la del futbolista y la de la Unicef.
Lo mismo va a suceder con los bancos y con las
grandes empresas que redondean el dinero. Va a ser contabilizado como dinero de
la sociedad o como aportación de esas empresas. En fin, la guerra de las cifras
ya comenzó y va a durar muchos meses, en los cuales la solidaridad de la
sociedad.
Lamentablemente, mientras no exista una información transparente,
hasta la solidaridad social puede convertirse en lucro político o publicitario
de algunos. Dice el filósofo del metro: Después del sismo vienen las réplicas,
incluso las económicas.
*Comentario para Radio Educación/29 de septiembre de 2017